Lo que ha pasado estos días en Madrid es el ensayo general de la catástrofe, la escenificación de en qué quedará convertida España si sigue gobernando esta gente: un país basura. El Madrid olímpico y el Madrid vertedero son las dos caras de la moneda de la manera que tiene la derecha de ejercer el poder, que hace compatible, por su desgobierno, el fasto derrochador y absurdo con el contenedor ardiendo y la porquería entrando en los establecimientos comerciales y en los domicilios. La privatización galopante de España lleva directamente a eso, al país basura. Del Estado del Bienestar estamos pasando en solo veinticuatro meses, gracias al milagro Rajoy, al Estado del Mierdaestar, que se manifiesta en la basura en que están convirtiendo la Educación, la Sanidad, la Dependencia, las Infraestructuras, la Justicia y la Democracia.

En el Estado del Mierdaestar los ciudadanos pagan sus impuestos y sus tasas, como la de limpieza y recogida de basura que abonan religiosamente los madrileños, pero no para que el Estado se encargue de prestar igual de religiosamente dichos servicios, sino para dárselo a una serie de empresas que de antemano saben el personal que tienen que tener y el trabajo que han de desarrollar, pero que, en cuanto consiguen la contrata, como de lo que se trata no es de cumplir con el compromiso adquirido, sino de incrementar la cuenta de resultados, a fin de que sus propietarios puedan seguir llenando el depósito de combustible de sus yates y mantener el lujo de sus pisos de Manhattan, enseguida aplican el recorte, reduciendo servicios y echando trabajadores.

Mientras toda Europa remunicipaliza los servicios esenciales y los Estados retoman la gestión de las cuestiones estratégicas, en España prosigue esta privatización salvaje que nos conduce directamente al país basura. Rajoy ha salvado a los bancos a costa de arruinar a millones de familias. El único consuelo que nos queda es que pronto le suceda lo que a su homólogo de Chile, donde la derecha acaba de perder estrepitosamente las elecciones, dando paso a una socialdemocracia que llega cargada de esperanza para tantos. Ojalá suceda aquí lo mismo, antes de que el Estado del Mierdaestar quede instituido para siempre por causa de estos gobernantes cuya verdadera naturaleza ha quedado retratada en esa patética Ana Botella tratando de explicar su basura.