TLtos medios de comunicación regalan o inventan palabras, conceptos y conocimientos que con la misma facilidad jubilan. Algunos habían oído hablar del silbo gomero pero pocos conocían que La Restinga es la capital de la isla del Hierro, un lugar paradisiaco del que ya no recordamos cuánto tiempo hace que se puso en erupción el volcán submarino que tantos meses ocupó espacios periodísticos. La actualidad ha fulminado en la agenda informativa a los ciudadanos de la capital herreña y su volcán y, superado el fin del mundo de los mayas, ahora pueblan las primeras páginas los bárcenas, pujoles y eres andaluces, mientras independizar en tiempos revueltos y la ensalada de bildus amargos intentan poner el foco en sus ansiedades trascendentales de tkapelas y barretinas. Hace años descubrimos el chapapote, el blog o los chats y ahora convivimos entre fistros -en decadencia- y frikis -que se reproducen como setas- mientras aprendemos el baile del paso del caballo -más de mil millones de visionados en you tube lo contemplan- propio de un barrio rico y pijo de Seúl. Somos proactivos (aunque nadie o muy pocos sepan el auténtico significado del palabro que, por cierto, no viene en el diccionario y que fue usado por primera vez en 1946 por el psiquiatra Víctor Frankl) rodeados de tróspidos que guasepeamos sin parar, feibuqueamos aunque nos suene mal y tuiteamos intentando ser trending topic, tal vez opinando sobre preferentes, activos tóxicos o bancos malos pero, en todo caso, con vocación de coaches que usan tabletas de alcance satelital.

Así las cosas, no es de extrañar que se haya instalado en nuestro vocabulario con suma facilidad el asunto este de la ciclogénesis explosiva, algo con lo que, a la vista de lo leído en las redes sociales y visto en las televisiones, estamos familiarizados como para hablar de ello durante horas. Sin embargo, a juzgar por los daños provocados, por las deficiencias que ha puesto en evidencia en las ciudades y por el miedo que nos ha entrado en el cuerpo, parece probable que en poco tiempo algún ocioso aburrido de Badajoz organice una plataforma y su posterior recogida de firmas contra la tormenta perfecta. En su hoja de ruta no debe faltar aperturar una cuenta corriente y recepcionar cuantas adhesiones pille en su camino, sin cruzar las líneas rojas y poniendo en valor el alma de sus propósitos. El resto, seguiremos divirtiéndonos.