Parece obligado referirse a la celebración de los palomos cojos , por la repercusión mediática que ha tenido, por el dinero, inesperado, que les ha reportado a los hosteleros y por el tiro por la culata que le ha supuesto al ayuntamiento la incontinencia verbal del señor alcalde, malamente reparada con un comunicado, oportuno, de corte tolerante. Si no se pensasen ciertas cosas, no afloraría el subconsciente. Pero, en cualquier caso, debe vérsele el lado positivo al asunto. Tampoco conviene olvidar el montaje comercial, que lo hubo, por parte de los organizadores. Tan oportunos en la crítica, como espabilados en el negocio.

Lo interesante, desde una de las varias perspectivas con que puede contemplarse el asunto, es la imagen de tolerancia, cierta, sobrevenida a la ciudad gracias a un tonillo intolerante. Ni el Carnaval, ni al-Mosassa, ni la Semana Santa --fiesta de interés nacional carente de atractivo alguno para quienes no la viven-- han dado tanta popularidad a esta capital como el mentado jolgorio. Si no sales en la televisión nacional no eres nadie. Y la cadena origen del evento no es tan marginal como se dice, sin llegarle, en lo tendenciosa, a la suela del zapato a, por poner un ejemplo, Telemadrid .

A lo mejor alguien entiende que lo atractivo para el resto del mundo que nos visita no es necesariamente del gusto de los badajocenses o viceversa, aun pudiendo acercar posturas. Para cualquier ciudadano de una gran urbe Badajoz es una ciudad tranquila, acogedora, simpática. Donde, a pesar de comerse siempre lo mismo --eso el turista de fin de semana no lo nota--, los productos son de calidad y resultan baratos. Y donde, además, la primavera es, en general, espléndida. Nos empecinamos en buscarle tres pies al gato. El visitante seguramente nos quiere como somos y no nos damos cuenta.

Repítase la celebración muchas veces y organícese bien. Esta vez el éxito pilló desprevenido al respetable. Alguien pensó que los foráneos no pasarían de quinientos. Hubo más palomos o colombófilos que cofrades en algunas procesiones. ¿Qué querrá decir eso?