Badajoz acogió el pasado fin de semana una nueva edición del Concurso de Pintura al Aire Libre. Una magnífica actividad que organiza desde hace casi veinte años el ayuntamiento y que sigue teniendo gran éxito tanto de participantes como de público.

Es realmente agradable pasear por el Casco Antiguo y encontrarte a cada paso con artistas afanados en plasmar en sus lienzos su visión más artística de la ciudad. Es promoción para el Casco Antiguo y también para una expresión plástica tan admirada y compleja como la pintura.

Sin embargo, algunas mujeres artistas de Badajoz me hicieron detenerme en un detalle. Lo estaban comentando en la radio: la participación de pintoras fue muy escasa, no hubo ninguna mujer seleccionada entre los principales premiados y el jurado solo estaba compuesto por hombres. El titular suena muy mal. La polémica estaba servida.

Fue enriquecedor escuchar a estas artistas defendiendo distintos planteamientos pero compartiendo el mismo objetivo: dar mayor visibilidad a las mujeres también en el mundo del arte.

Porque el machismo también esta instalado en el ámbito de la creación. No hace mucho tiempo ellas firmaban con seudónimos para participar en concursos o eran las grandes creadoras en la sombra. Afortunadamente ya no es así, pero siguen siendo necesarias las medidas de discriminación positiva en la cultura.

En el debate se planteaba la posibilidad de crear un premio de pintura «de mujeres», pero entiendo a aquellas artistas que nunca participarían en él. Quieren competir con su talento al mismo nivel que cualquier otro artista.

El problema surge cuando la mujer no compite en las mismas condiciones. Por tanto se podrían incorporar a estos certámenes recursos que faciliten la conciliación familiar como guarderías, para que la participación de las mujeres fuera más elevada; y ni qué decir tiene que las hay sobradamente preparadas para formar parte del jurado.