Entre los grandes atractivos de la Alcazaba destacan sus impresionantes vistas del Guadiana. Desde por la mañana asomándose el sol por las Vegas del Guadiana hasta la tarde despidiéndose desde Portugal reflejándose en el río. En esas vistas nos resalta un espacio que invita a la imaginación, y que en verano podemos ver como una isla amarilla rodeada de ríos y extendiéndose hasta los pies del Fuerte de San Cristóbal y la Alcazaba. El Pico del Guadiana es un espacio lleno de posibilidades. Seguramente algunos preferirán mantenerlo como está.

Otros simplemente preferirían que se hiciese una forestación. Pero puestos a pensar en un Badajoz del futuro volcado al río, ese espacio podría suponer además de un extraordinario pulmón de la ciudad un lugar de referencia internacional para la celebración de espectáculos y actividades al aire libre.

Veo el Pico como un gran parque fluvial singular. Bastaría con la construcción de un espacio natural en el que poder celebrar conciertos. No estoy hablando de una construcción de cemento y que se eleve sobre la superficie. No soy un diseñador de infraestructuras ni pretendo tener la solución, pero estoy seguro de que en un concurso, de los que tanto se estilan ahora, podrían surgir soluciones muy integradas en el entorno natural. Se podría completar con una piscina natural con sistemas ecológicos de depuración del agua. No hacen falta muchas más dotaciones o infraestructuras que las sanitarias. Resto de necesidades; árboles, vegetación y accesibilidad desde la carretera de Cáceres.

Llegan las elecciones y sería conveniente que la ciudad retomase la imaginación y el debatesobre su futuro. La mayoría de los grandes retos de la ciudad llevan décadas plateados: ronda sur, ave, plataforma logística, campillo, alcazaba, murallas, casco antiguo, márgenes del río, facultad de medicina, piscina de la margen derecha, hospital provincial, calle Prim, eurociudad o la autovía de Cáceres. Todos proyectos que están más que asumidos y que hay que gestionar su ejecución y finalización. Hace falta poner sobre la mesa nuevos retos ilusionantes que tardan años en ser asumidos por la ciudad y encontrar los consensos necesarios. Deberían ponerse encima de la mesa otros proyectos más para el debate.