El Club Senior de Extremadura publica un libro colectivo con magníficos análisis que dan respuestas a la pregunta ¿Qué nos pasa a los extremeños?. Su presidente José Julián Barriga resaltaba en estas páginas como principal causa de nuestra situación la somatización por las élites del atraso de la región. En estos análisis del Club Senior, y en muchos otros anteriores, se repite como un mantra el conformismo y la resignación como característica secular de la identidad extremeña. Ya en la conocida décima del siglo XVIII se calificaba a los extremeños de «espíritu desunido, que jamás entran en empeño ni toman partido, cada uno en sí metidos y contentos en su rincón, vienen a ser por perezas los indios de la nación». Muy duro entonces y muy duro ahora.

Hay voces que insisten en que la situación no tiene solución. Probablemente así lo piensan los miles de jóvenes que se marcharon, y que se están marchando ahora, para no volver. Barriga en su artículo decía «que hay dos Extremadura, la Extremadura instalada y la otra, la que no tiene sitio para sobrevivir. La Extremadura de la clase política, la de los funcionarios y la de los resignados. La otra Extremadura, el otro cincuenta por ciento, es la Extremadura siempre con el pie en el estribo». Fernando Cortés menciona que López Prudencio diferenciaba tres clases de extremeños: «los que emigran», los inteligentes; «los que gritan», los impulsivos y «los que callan», los más abundantes. Individualismo y localismo, resignación y conformismo o huida a buscar mejores oportunidades. La emigración no es el problema, es la solución de muchos extremeños. Una economía cerrada, aislada e incomunicada no puede crecer, simplemente administrar, acaparar o repartir la escasez y quien quiera crecer tiene que irse donde pueda estar conectado. Hace ocho siglos el Sudoeste Ibérico se fracturó con la frontera más antigua de Europa, y a ambos lados se condenó a la periferia, al aislamiento y a la incomunicación, en definitiva se desconectó del mundo. Y eso es lo que nos pasa, que estamos desconectados. Igual que con el ordenador, hay veces que no funciona porque está desconectado. Lo enchufamos y milagrosamente arranca y empieza a funcionar.