Carreras? De distancias variadas y todo tipo. Populares. Artesanales. Industriales. Planas. Con cuestas inolvidables que te exprimen. Y también con detalles que atrapan. Destellos. Momentos que son la explicación misma de una esencia. Es el caso. Porque un buen ejemplo pudiera ser ese instante mágico de cruzar la raia, dibujar en una zancaja esa secular frontera de abrazos y enfados que enlaza Elvas con Badajoz. Correr en la frontera. Y hasta con cambio horario en la salida por esas cosas de la hora menos. La Elvas-Badajoz es un medio maratón con atractivo y una esmerada organización. Ideal para debutar en los 21,097 km. Y hasta con una réplica que hace el recorrido a la inversa, de Badajoz a Elvas un mes antes: la Meia Maratona. Pocas carreras con esa retroalimentación geográfica.

La Elvas-Badajoz es una media de inercias, de velocidades crucero. El calentón de ese repecho inicial que muere una rotonda antes del acceso al fuerte de Santa Lucía da paso a una larga bajada que hay que afrontar con cautelas. Nada de dejarse seducir por las pendientes favorables. En el gran fondo hay que mimar las formas. Y el repecho con el que nos recibe la vía de servicio, nuestro ecosistema unos kilómetros, se encargará de frenar nuestros ímpetus.

Hasta el paso por el antiguo puesto fronterizo de Caia, nos acompañan la autovía y los campos sembrados con lejanas siluetas serranas. Terreno abierto, peligroso si al viento le da por jugar... No es el caso. El día es magnífico. Casi sin rastro de las últimas lluvias. Y hasta afloran concentraciones de animantes. Aplausos que empujan.

La avenida de Elvas pacense es una letanía. Una recta que empalaga; más aún por la compañía de los coches a los que las restricciones de tráfico atascan. El humo en algún lance es indigesto. Y cruzar el río Guadiana, con un apoyo creciente en las cunetas, un salvador principio del final. ¡Vamos!

El repecho de la avenida del Perú, que se prolonga junto a la vieja autopista (y otra concentración de coches tremenda), ya no es obstáculo. La constancia somete a la fatiga. Y los animados entornos del final hacen el resto. Acelerón. ¡Y Meta!

La cita ganaría un punto estético cambiando el trazado en su final: atravesar el Puente de Palmas, mostrar sus hornaquebes, regalar vistas de la alcazaba y trotar junto a la icónica Puerta homónima. Deporte, patrimonio y turismo. Sugerencias aparte, con permiso de otras citas extremeñas más estéticas o más veteranas, la Elvas-Badajoz tiene “algo”. Y para el corredor popular, no ya local sino universal, debería ser visita obligatoria. Crean en él. Es un gran medio. H