TOtleniak, Anido, Mesías, Manfredini, Bavastro y Sánchez son los nombres que delatarán al criminal en la película argentina 'El secreto de sus ojos', que obtuvo el Oscar a la mejor película en habla no inglesa en 2010. Nombres que pertenecen a la historia futbolística del Racing de Avellaneda, también conocido como La Academia, y del que es acérrimo seguidor un personaje siniestro que se resiste a la acción de la Justicia pero que su meticulosidad se verá mermada por unas referencias futbolísticas que introduce en las cartas que envía a su víctima. Probablemente, estamos ante una de las películas que mejor refleja la pasión por el fútbol y su plano secuencia, a la altura del de Orson Welles en 'Sed de mal', con el partido entre Huracán y Racing, al que asiste el homicida y donde será detenido, refleja un espectáculo que pone la piel de gallina. Su pasión le ha condenado.

A veces, las pasiones se descontrolan, nos impiden razonar, pero, también, son las pasiones las que alimentan el alma, sacan fuerzas donde ya no las hay y ayudan a alcanzar el éxito incluso en la propia derrota. Hegel escribió que "nada se ha hecho en el mundo sin una gran pasión". Hay gente que no entiende la pasión por el fútbol. Yo tampoco entiendo la pasión por la caza, los caballos o los toros. Menos aún la pasión por el juego o los deportes de riesgo. En la película, se deja bien claro qué es eso de las pasiones: "El tiempo puede cambiar de todo. De cara, de casa, de familia, de novia, de religión, de dios, pero hay una cosa que no puede cambiar. No puede cambiar de pasión". Y en el fútbol, la pasión reúne todos los ingredientes que uno quiera. Hay quienes sostienen que el fútbol es el pan y circo de los romanos posiblemente porque no saben nada de pan ni de circo ni de romanos ni de fútbol. El fútbol es una metáfora de la vida: puedes convivir con lo peor pero también se pueden encontrar las mejores virtudes y enseñanzas.

Simeone, del Racing, por cierto, declaró, tras su segunda derrota en tres años en una final de la Champions, que "el fútbol es maravilloso" porque, esto lo digo yo, es el espejo del mundo: las cosas ocurren, el tiempo pasa, a veces ganan los malos, la justicia no siempre es equitativa, el éxito o el fracaso dependen de un instante pero cuando uno cae, se levanta y cuando uno llora, se enjuga las lágrimas y cuando alguien pierde, lucha para la próxima vez ganar. O la siguiente. Y así hasta el final. Borges lo resume fácil: "Hay derrotas que tienen más dignidad que una victoria".