Macarrones y palomitas. Ese era el menú que ayer prepararon los voluntarios de la oenegé Ingeniería Sin Fronteras en cuatro cocinas solares, elaboradas por ellos mismos con cartones, papel de aluminio, cinta adhesiva y un paraguas. Las colocaron a las puertas de la Escuela de Ingenierías Industriales para mostrar a los alumnos cómo se cocina en muchos países subdesarrollados (porque es barata y el tiempo no condiciona sus vidas como en los países desarrollados) y concienciar sobre el uso de las energías limpias.

¿Realmente se puede cocinar solo con los rayos del sol? Con mucha paciencia, sí, porque para cocer o asar los alimentos no se necesitan temperaturas tan elevadas como las que alcanzan las cocinas convencionales. "En una hora se puede cocer un huevo", puso como ejemplo Pedro Carrasco, técnico de la oenegé. En este taller se exponían cuatro modelos de cocinas solares, una de ellas un horno. El presupuesto para su fabricación no pasaba de los 20 euros. El sistema "parabólico o tipo paraguas" es el más eficaz, porque concentra todos los rayos del sol en un solo punto y llega a alcanzar los 80º. "Es la más rápida y la que mejor funciona, porque el resto son más rudimentarias". Las otras llegan a los 60º o 70º. Ayer el viento dificultó la tarea a estos singulares chefs, que recomiendan el uso de gafas de sol para proteger la vista cuando se vaya a estar entre los fogones de una cocina solar.

Esta experiencia se enmarca en las actividades con motivo del patrón de la escuela, San José, que hoy tiene como acto central una conferencia del director del futuro Centro Ibérico de Energías Renovables y de Eficiencia Energética de Badajoz, Antonio Sá da Costa.