TTtengo poco tiempo, prácticamente ninguno, para realizar compras. No dedico largas mañanas o tardes a ir de tienda en tienda pero, cuando salgo por motivos de trabajo o por algún asunto personal, en esos tiempos cortos mientras camino apresurada, soy temible. Paso por los establecimientos y entro a la velocidad del rayo. Pocos minutos después, casi instantes diría yo, salgo con una bolsa. Me veo como Superman cuando de repente, no se sabe cómo, aparece enfundado en sus mallas azules y con su roja capa. No soy Superwoman pero lo parezco. Zas..zas , un viento y allí estoy, con la compra en la mano. Lo último ha sido un pantalón corto. No me critiquen porque lo necesitaba, no vayan a creer que compro por comprar, que el verano es largo y cálido, una se quiere ir de vacaciones y, de los tres que tengo en el armario, dos están para tirarlos con varios años encima.

Cuando llegué a mi destino, al que había encaminado los pasos al salir a la calle, y antes de hacer lo que tenía que hacer, levanté la bolsa: "soy un peligro público en cuanto voy andando", dije para justificar, insisto, los breves instantes de retraso. Me comprendió mi interlocutor porque en este caso era interlocutora. "Nos pasa a todas" me dijo. Bueno, está bien, no a todas, no quiero meter en este saco consumista a mujeres inocentes que en nada se parecen ni a mí ni a la chica con la que mantuve ese breve intercambio verbal.

Más que peligro público soy un peligro para mi tarjeta. Como nunca llevo dinero encima, hasta lo más pequeño lo pago con plástico, con ese plano rectángulo plastificado de dinero virtual y que luego, al mes siguiente, se convierte en dinero real que entra a saco en la cuenta corriente.

Compradora rápida y de ocasión porque, vamos a ver ¿todo el día trabajando y no me puedo regalar con un pantaloncito de 9,95 euros? Pues no, no puedo. Me siento culpable y esto que escribo es una confesión cuya penitencia estoy segura de que no voy a cumplir.

Soy pecadora sin posibilidad de redención. Los trapos me pueden. El mes que viene la carta del banco me impondrá el castigo.