Siento perplejidad. Sabemos que los jueces valoran muchos aspectos pero a veces se nos caen los palos del sombrajo. ¿Cómo es posible que alguien que ha llegado a dar 33 cuchilladas, esté libre? Hay que ser un sádico, y con la agravante de hacerlo delante de sus hijos, para, como vemos en la asociación, que por el terror mismo las víctimas les perdonen. Cuanto más nos adentramos en esto, más impotentes nos sentimos para ver la solución y estos delitos que son, de algún modo, soportados por la sociedad. La esperanza es una ley integral, que haya un juzgado que entienda de esto para dar una vida a estas mujeres.

* Pta. Mujeres Progresistas