Es un dato «bueno», pero no suficiente. Esa es la lectura que hace Cáritas de Mérida-Badajoz sobre las cifras que arroja la memoria del 2018, cuando atendió a 6.533 personas, un millar menos que hace dos años. Aunque la tendencia se mantiene a la baja y «parece» que la sombra de la crisis ya se ha alejado, su director, Jesús Pérezayo, alertó de que todavía son muchas las familias que viven en una situación de necesidad «severa» y recordó que Extremadura es la segunda comunidad autónoma de España con la mayor tasa de exclusión. «Los datos mejoran y se podría pensar que la crisis ha terminado, pero no se ha cerrado aún esa pobreza severa que permanece enquistada», lamentó.

Aunque la ayuda directa de Cáritas llegó a 6.533 personas, los beneficiarios superaron los 15.000. El perfil de las personas que recurren a esta oenegé de la Iglesia sigue teniendo en un 80% rostro de mujer de nacionalidad española (el 41% con entre 45 y 64 años y el 39%, de 25 a 44). El 53% de las personas atendidas en el 2018 llevan entre 1 y 2 años recurriendo a esta institución y el 31%, más de tres, lo que da cuenta del «elevado» número de familias en situación de vulnerabilidad y exclusión.

Cáritas de Mérida-Badajoz invirtió el año pasado a través de sus programas y proyectos más de dos millones de euros. El 40% de las ayudas económicas fueron para alimentos y otro 20% para cubrir gastos relacionados con la vivienda, principalmente el alquiler.

Aunque las 131 Cáritas Parroquiales de la diócesis son la cara más visible, la oenegé también destina recursos a otros muchos proyectos (71) para mejorar la calidad de vida de las mujeres, la infancia o los mayores (sobre todo en el ámbito rural). Además, cuenta con dos centros para personas sin hogar, el Centro Hermano en Badajoz, y el del Padre Cristóbal en Mérida; cuatro viviendas autogestionadas entre ambas ciudades; un Centro de Promoción y Empleo en el Cerro de Reyes, que esta año ampliará sus acciones a Mérida y se quieren extender al recto de la diócesis en el futuro.

Jesús Pérez, que presentó la memoria del 2018, acompañado por el arzobispo, Celso Morga, y Francisco Maya, delegado diocesano, destacó que toda la labor que desarrolla Cáritas es posible gracias al trabajo de los voluntarios y a las aportaciones que realizan entidades públicas, privadas y particulares. En este sentido, mostró su preocupación por la falta de relevo generacional en el voluntariado y los socios de cara al futuro. En la actualidad, la oenegé cuenta con 1.638 voluntarios, muchos de ellos personas mayores, por eso el director de Cáritas realizó un llamamiento a los jóvenes a colaborar. «Esta tarea es apasionante y está abierta a todos. Queremos que la gente se apunte a esta aventura de intentar cambiar el mundo», dijo, en referencia al lema bajo el que se presenta este año la memoria: Tu compromiso mejora el mundo.

También inquieta en la oenegé la falta de «estabilidad» en las subvenciones. Con un presupuesto de más de dos millones de euros en el último ejercicio, Pérez Mayo reconoció que «desde el 1 de enero» tienen que ponerse a buscar fondos para sostener su labor, pues aunque existen aportaciones «con tradición», no hay designaciones comprometidas y cerradas para cada anualidad.