A ponerse en la piel de un enfermo mental es a lo que invita la Fundación Sorapán de Rieros con el objetivo de sensibilizar sobre los estigmas que persiguen a estas personas. Lo hace a través de un cortometraje de realidad virtual que, bajo la dirección de Pedro Penco y con guión de Miguel Murillo, han grabado personas con y sin enfermedad mental, recreando situaciones reales de discriminación a las que se enfrentan a lo largo de su vida en el ámbito educativo, social, laboral e incluso familiar.

En la piel de uno de cada cuatro es el título de este proyecto, que hace referencia a su prevalencia. «A pesar de ser muy común, es una gran desconocida por lo que surge el estigma y la discriminación», afirmó ayer Aída Pérez, presidenta de la fundación durante la presentación del cortometraje en el teatro López de Ayala. A su juicio, la mejor forma de luchar contra ellos es la «empatía», que es lo que pretende generar este proyecto, haciendo que el espectador, con sus gafas virtuales, viva y sienta en primera persona cómo reaccionan los demás ante la enfermedad mental.

El guión está basado en experiencias reales vividas por los usuarios de Sorapán de Rieros y el cortometraje se rodó en poco más de día y medio. Héctor Fernández, uno de los actores, explicó que el no se ha sentido estigmatizado, pero precisamente porque habla de su enfermedad mental sin tapujos. «Hablo de mis delirios, de las cosas absurdas que me he creído y la gente no siente compasión o pena, sino que te acogen. Yo creo que si tu creas a tu alrededor un mundo de buen ambiente, el buen ambiente vuelve a ti», aseguró. Sí reconoció que ha sufrido «mucho», pero también le ha ayudado a crecer como persona «y a ser más feliz de lo que lo era antes de la enfermedad mental», contó.

Héctor se ha formado, pero está en paro. Confiesa que aprende rápido, pero también que le falla la memoria debido a sus repetidas crisis. «Por eso no tengo oficio, pero me gusta actuar y me gustaría dedicarme a esto profesionalmente».

Adela Fernández es otra de las actrices del corto. Tiene discapacidad física y experiencia sobre las tablas con el grupo de teatro de la ONCE, pero esta experiencia le ha dejado huella. «No había trabajado nunca con gente tan especial, ha sido increíble lo que he aprendido», destacó. Con ella comparte planos en una de las historias Daniel James Mould, un joven inglés con autismo afincado desde hace muchos años en Extremadura, que ha visto cumplido su sueño de «interpretar». Sobre su personaje explicó que comparte algunas cosas, como su afición a la música, pero es totalmente opuesto en otras. «Yo nunca llamaría tonto a una persona con enfermedad mental», puso como ejemplo.

En el corto, financiado por el Sepad, han participado también alumnos de Arte del Reino Aftasí y ha colaborado el instituto Zurbarán.