La nave pirata de los Desertores volvió a dejar boquiabierto al López de Ayala de Badajoz y a eclipsar al resto de murgas, y eso que el nivel de la última semifinal fue sobresaliente. La fusión de Los Niños y Los Murallitas no puede ser más ingeniosa, ni tampoco más perspicaz ni más reconocida. Está en todas las quinielas para el primer premio, aunque todavía hay que ver los ases que se han guardado el resto de agrupaciones para la final.

La ronda la abrieron las ladronas de Las Chimixurris, la segunda murga femenina clasificada para esta fase, que volvió a rayar a gran nivel. "Nuestro mundo se cae ante nosotros", aseguraron en el primer pasodoble, que repasó la indiferencia europea ante tragedias como la Guerra de Iraq hasta que sus consecuencias traspasan nuestras fronteras. Se mostraron también incisivas en su segundo pasodoble, donde criticaron que el carnaval se reduzca a una pura competición, y que esta idea cale en los niños que empiezan. Su popurrí volvió a ser genial.

Cogieron el relevo los gogós cubanos de la caseta Quinto Pino. Una cosa sí hay que reconocerle a esta murga: cada vez que se suben al escenario consiguen poner en pie a todo el auditorio. Lo hicieron en preliminares y lo volvieron a repetir ayer, y en mayor proporción si cabe. Revistieron los pasadobles (ambos trataron temas políticos) de un tono cómico que se echa de menos en otras murgas, que guardan las bromas para los cuplés. Los de Los Chungos, además, también provocaron risas, y su estribillo sigue igual de contagioso. Candidatos al podio.

Y, antes del descanso, llegó el barco pirata de los Muraniños, o de los Desertores, o de Los Niños y Los Murallitas, para abordar el teatro, pero con coplas como cañones y aplausos como el tesoro perdido (y de sobra encontrado). Sus pasodobles sonaron a carnaval puro. En el primero pidieron un capitán que luche con valor por esta tripulación llamada España, en clara referencia a la formación (o a la falta de ella) de gobierno. En el segundo tocaron, de una manera distinta, la moda de las repionas. Y con los cuplés la volvieron a liar, sobre todo en segundo. Como en preliminares, tuvieron que callarse para no ahogar las risas. Simplemente geniales.

Tras ellos salieron al escenario las etiquetas de las bebidas alcohólicas de Los Espantaperros, que dedicaron a Badajoz, a su Semana Santa, al Guadiana y a la Alcazaba, su primer pasodoble. Buen mensaje lanzaron en el segundo, donde aseguraban que no todos los musulmanes son radicales. Tuvieron algún punto gracioso, como el del Puerto de Indias en el segundo cuplé, pero su repertorio dista mucho de alguien que quiere ganar un primer premio.

Cerraron la tercera y última semifinal los panaderos de Los Caidita, que compitieron con letras reivindicativas. Su primer pasodoble lo dedicaron a los extremeños que levantaron Cataluña. Y el segundo, repetido de preliminares, a criticar los recortes en educación. Tras el pegadizo estribillo de los cuplés, que adornaron con juegos de palabras sobre el tamaño de panes y penes, se despidieron, primero, a ritmo de rock and roll, y después, como en preliminares, con un guiño a su mítico letrista.