TLta inoportunidad de la acción pública es a veces manifiesta. Hay administraciones --da igual si central, autonómica, provincial o local-- que tienen el don de la desincronía entre la naturaleza del problema que aspiran a resolver y el tiempo ideal para hacerlo. Muchas veces lo hemos visto en los arreglos de las carreteras, que suelen coincidir con las épocas de mayor tráfico. Ahora tenemos un nuevo ejemplo con las piscinas municipales de La Granadilla, casi el único lugar público de refrescante esparcimiento que tienen en verano los pacenses carentes de piscina privada o de posibilidad de vacaciones. De nuevo la imprevisión, la falta de programación y la falta de sensibilidad hacia lo verdaderamente esencial hace que los pacenses se queden sin esas piscinas durante este verano, por unas obras de mejora que deberían estar hechas hace tiempo. Pero lo mejor de todo han sido las explicaciones de los líderes municipales pacenses echándole la culpa a Zapatero del asunto, porque los arreglos se van a hacer con el dinero previsto por el Gobierno para combatir la crisis y, según la versión municipal, el calendario de ejecución que impone la ayuda obliga a hacerlos este verano.

Algunos políticos tienen explicaciones para todo, incluido lo inexplicable. Parece como si sin esa ayuda las piscinas de Badajoz no pudieran mejorarse. Si su deterioro era tan grave, tenía que haberse solucionado mucho antes. No quiero ni pensar en lo que diría Miguel Celdrán si este hecho ocurriese con un ayuntamiento socialista. Pero en Badajoz se gasta mucho dinero en cosas triviales, como en la célebre fuente de los cien millones de pesetas o en ese gusto por el ornato externo excesivo de que hacen gala ciertos ayuntamientos, que ponen las ciudades como decoradas en un todo a cien , y, en cambio, se desatienden otras tan clamorosas como las piscinas municipales.

A mí me gustaría que algún responsable municipal idease una explicación para esos niños pacenses que soñaban con disfrutar de la piscina municipal este verano, esos niños hijos de padres parados o con escasos recursos económicos que no pueden ir a la playa, y que no van a entender de ninguna manera que tampoco puedan darse un chapuzón en la piscina de su ciudad. Díganselo a ellos.