En la explanada de La Paz que habitualmente ocupan los puestos del mercadillo del martes ayer solo había furgonetas y un pequeño chiringuito que servía café. Los vendedores ambulantes se preparaban desde las siete de la mañana para emprender su particular cruzada contra el nuevo recinto diseñado por el ayuntamiento en el antiguo ferial. "Todos a una como en Fuenteovejuna", gritaba uno de ellos antes de iniciar el recorrido autorizado por la Subdelegación del Gobierno para dar ánimos a sus compañeros.

Mientras abandonaban la explanada, muchos pacenses miraban sorprendidos la estampa. No se habían enterado de la suspensión del mercadillo e intentaban averiguar pasaba. "¿No hay? Pues vaya, para un día que vengo temprano", decía una señora mientras se daba media vuelta.

Los manifestantes fueron hasta Pardaleras en sus vehículos sin parar de tocar las bocinas para hacerse notar. La tensión entre ellos y la policía local se materializó en un rifi-rafe cuando aparcaron en los alrededores de la plaza de toros. Los vendedores acusaban a los agentes de tomar nota de sus matrículas durante el recorrido. Uno de ellos, incluso, estaba estudiando denunciar "los tres empujones" que, según dijo, le dio un policía local. Finalmente, los ánimos se suavizaron --la intervención del jefe de la policía local, Miguel Sardiña, zanjaría la polémica-- y la marcha prosiguió a su destino: la puerta del ayuntamiento.

En el camino, los vendedores corearon frases contra el concejal de Mercados, Alberto Astorga, a quien culpan de no haber buscado el consenso con ellos y nada más pisar la plaza de España sus gritos tenían como destinatario a Celdrán: "Queremos ver al alcalde", repetían. Sus deseos se cumplieron. Celdrán los recibió y cuando les dijeron que se comprometía a estudiar sus propuestas, respondieron con vivas al alcalde.