TAtcabo la lectura de un apasionante libro titulado Educación para la Ciudadanía . Aún no repuesto de la profundidad de sus reflexiones (el marxismo es la ideología perfecta, la democracia es un virus para el pueblo, el capitalismo es el diablo y votar, un ejercicio inútil, porque no votamos a quien realmente queremos sino a quien nos imponen las corporaciones mediáticas) asisto como espectador escéptico a la reciente manifestación de Badajoz contra la pobreza.

El retrato era variopinto y sumamente curioso. Desolador. Resulta que la culpa de la pobreza en el mundo la tienen las democracias occidentales, la Europa o la América rica; los USA, siempre, o cualquier otro país del primer mundo que no esté gobernando por un partido de izquierdas. Nada se dice de los regímenes totalitarios de fuerte ideología comunista (Birmania, ahora que está de triste actualidad, por ejemplo) o castrista. Nada de las brutales guerras tribales o fratricidas del Africa negra donde el comunismo fue la excusa para las masacres y las corruptelas. Nada de los violentos negocios de la droga que arruinan países enteros. La culpa la tengo yo, mi estilo de vida, la sociedad que me acoge.

Sin embargo, en la manifestación observé imágenes para el recuerdo: mayoría de funcionarios y sindicalistas liberados, algún que otro domiciliado en vivienda unifamiliar de tres plantas y sótano en Las Vaguadas, veraneantes con casa en la playa de Islantilla, domingueros de restaurante, conductores de gran cilindrada y, sobre todo, el impacto de banderas cubanas, palestinas y republicanas. No sé bien si porque hay pobreza en esos pueblos (me pregunto dónde van a parar los petrodólares sauditas, iraníes y venezolanos) o porque la República, de izquierdas, por supuesto, es la solución.

El sectarismo arropado por la ignorancia es la antesala de la estupidez y la barbarie. Ver a jóvenes de apenas veinte años rebelándose contra la pobreza y enarbolando una bandera cubana con la imagen del Che serigrafiada es un insulto a la inteligencia, a la historia y a los propios cubanos. Ver a otro con la tricolor (preconstitucional, también, como la del águila), reivindicando la III República y, a su lado, uno más, con la palestina como capa, es para dejarlos a todos sin paga seis meses y matricularlos en un colegio público donde no enseñen Educación para la Ciudadanía sino historia contemporánea y un poco de sensatez.