A María y a Anita apenas les quedan recuerdos. El alzhéimer se los ha llevado poco a poco, pero cuando Javier Alcántara se acerca con sus instrumentos musicales sus emociones parecen despertar del letargo. Sonríen, intentan acercar sus manos al tambor o a la guitarra y su mirada ya no parece tan perdida. Músico de jazz y musicoterapeuta, este profesional extremeño ha puesto en marcha un innovador proyecto con el que trabaja con los usuarios de los tres centros residenciales Puente Real que hay en la provincia, dos en Badajoz y otro en San Vicente de Alcántara. Algunos son grandes dependientes, en estadios muy avanzados del alzhéimer u otras demencias seniles, mientras que otros sufren problemas de movilidad, pero para todos la música resulta una terapia.

Es el vehículo a través del que Javier Álcántara despierta sus emociones, los estimula y destierra la tristeza. El suyo es un tratamiento activo, en el involucra a sus pacientes —no solo escuchan, sino que tocan los instrumentos— y en el que cercanía y el amor con el que los trata tiene un peso tan importante con la propia música. «Creas un vínculo terapeútico con la persona, la ayudas a abrir canales de comunicación. La música llega a donde no llegan otras terapias», asegura tras más de diez años como musicoterapeuta.

Esta forma de trabajar le ha valido un reconocimiento nacional recientemente. Su proyecto fue elegido entre otras 300 iniciativas como el mejor de España y recibió el premio Pasión de Asistir. La distinción supone un impulso para seguir innovando en este campo y agradece a Puente Real que haya apoyado desde el principio sus métodos y propuestas. «Se obtienen resultados muy positivos y los propios compañeros de trabajo lo han notado y lo reconocen», explica.

«La memoria musical es la última que se pierde y la música ayuda a que la enfermedad vaya más lenta», explica Javier Alcántara, quien defiende que la musicoterapia debería estar integrada como un tratamiento médico más en hospitales y residencias de mayores, lo que la salvaría del intrusismo también.

«La gente no imagina el poder que tiene la música, es un instrumento que va directamente al cerebro y es una herramienta muy potente», afirma.