TSte ha abierto la veda. Y no precisamente la de la tórtola o el cangrejo de río. Sino una mucho menos agradable para los ciudadanos y peligrosa para cualquier sistema democrático. Estamos en plena temporada de caza del político sospechoso y mano rota. Y la lucha es cainita, aun a sabiendas que el cazador puede resultar cazado.

Desde la denuncia realizada por el Partido Popular sobre la compra del famoso coche de la vicepresidenta económica de la Junta de Extremadura, y que tantos titulares y minutos de gloria dio a la oposición, los políticos extremeños han entrado en la dinámica del y tú más.

En principio el partido socialista extremeño, con el presidente de la Junta a la cabeza, decidió poner la otra mejilla, siguiendo una estrategia de no enfrentamiento y coherencia política. Pero parece que esa visión ha cambiado y ahora también el PSOE intenta buscarle las cosquillas al PP, allí donde gobierna.

Es el caso de Badajoz. Primero fue la denuncia del arreglo, a costa del erario público, del coche particular del portavoz popular, Luis Alfonso Hernández Carrón , entonces concejal; y ahora, la reforma del despacho del alcalde Miguel Celdrán , entre otros gastos que en las últimas horas ha denunciado la oposición en el Ayuntamiento pacense.

Los ciudadanos queremos y tenemos derecho a saber dónde y cómo se gastan los políticos el dinero que, en su gran mayoría, llega a las arcas públicas a través de los impuestos que religiosamente pagamos. Y sobre todo en estos momentos en los que muchas familias están pasando verdaderos problemas de subsistencia. El despilfarro del dinero público o el enriquecimiento personal de los que nos gobiernan, es absolutamente denunciable y condenable.

Pero llegados a este punto, también se hace necesaria una reflexión sobre las consecuencias que puede acarrear esta forma de ganar votos, fin último de cualquier formación política.

En política, no vale todo.