TOtrdenando viejos papeles encontré un número atrasado de La Crónica. En su portada se informaba de que el Centro Hermano se ubicaría junto a la Academia de Seguridad. Según había confirmado a Cáritas el ayuntamiento se le cedería para ese fin una parcela de unos cinco mil metros cuadrados en la avenida de Elvas. El ejemplar era del veintiséis de mayo de 2007. Más de año y medio ha pasado desde que se anunciara la cesión y el centro de transeúntes continúa sin una ubicación definitiva. Fueron aquellos días de alegría y esperanza, aunque se alzaba frente a los responsables del proyecto el alto muro de la búsqueda de financiación para levantar el edificio. El tiempo pasó y se les quebró la esperanza. La parcela tuvo otro destino y el Centro Hermano siguió de prestado en la antigua escuela de ITI. Y allí siguen. Están a gusto porque el inmueble responde a sus necesidades y los vecinos ven con normalidad su presencia, pero saben que, antes o después, la Universidad lo necesitará y, como ya ocurrió con las instalaciones que ocupaban junto a la estación de trenes, se verán desalojados.

Leo en el atrasado ejemplar las declaraciones de la coordinadora del centro que, comentando la buena noticia del acuerdo para la cesión de la parcela, expresaba su cautela. No las tenía todas consigo. Ya habían confiado en las buenas palabras cuando les dijeron que el viejo centro no se cerraría, pero cerró. Decía que les daba miedo confiar. Y tenía razón. La cesión prometida se esfumó y continúan en precario, con la espada de un posible nuevo destierro sobre sus cabezas.

Es la historia de una institución que presta un primordial servicio, dar cobijo a los que no lo tienen. Qué importante y qué poco valorado.

Esperemos que la Universidad aguante y que, si se le presenta alguna necesidad, busque otro espacio.