El pasado fin de semana he asistido en Jaén al Congreso de Sociedades Económicas de Amigos del País. Se ha hablado de patriotismo, de generosidad por la mejora del país y de colaboración en red entre estas bicentenarias sociedades. Han asistido 18 entidades españolas que siguen vivas, junto a sociedades de Cuba e Italia creadas por Carlos III. Ha sido muy gratificante comprobar el espíritu juvenil, el compromiso con el futuro y la inmensa voluntad de renovación y adaptarse a los tiempos para poder ser tan útil en el siglo XXI como lo han sido en los dos siglos anteriores. Ante tanto caos, incertidumbre y ruido hemos vivido una inyección de esperanza y voluntad constructiva.

También ha sido una gran oportunidad para descubrir una ciudad que desconocía. Hace años leí que las ciudades más feas de España eran Badajoz, Jaén, Ciudad Real, Albacete y Murcia. Se me quedó grabada esta clasificación y no le había prestado interés a Jaén ni había encontrado la razón para conocerla. La ignorancia es osada y ahora no puedo entender cómo aquel ranking había creado un prejuicio tan injusto en mi mente.

Me ha sorprendido muy gratamente la ciudad. La parte moderna como todas las ciudades, con algunas cuestas más de la media, pero una ciudad compacta y de agradable paseo. Me sorprendió el entramado y paisaje urbano del centro y sus animadas terrazas así como la riqueza monumental que merece una visita a la ciudad. Sin duda la catedral renacentista de las mejores de España, los baños árabes impresionantes, un envidiable nuevo museo íbero y un extraordinario parador y castillo con unas inimaginables vistas de olivares, que por mucho que los esperes no dejan de sorprenderte.

Buscando en internet listas de las ciudades más feas ya no aparecen Badajoz ni Jaén, al menos en la mayoría, sin embargo un prejuicio es casi imposible de erradicar, por mucha información y conocimiento que lo desmienta. Los prejuicios y los fundamentalismos ideológicos deben ser combatidos en la actualidad como lo fueron las verdades reveladas y la superstición para los Ilustrados que crearon las Sociedades Económicas de Amigos del País en los inicios de la Revolución Industrial.

¡Qué fácil es crear un prejuicio, cuánto te limitan y que difícil son erradicarlos!