De verdad que esta ciudad se puede permitir invertir 100.000 euros en habilitar un parque canino? Sinceramente y a costa de practicar la demagogia en un asunto que se presta como el que más a las comparaciones odiosas, que el ayuntamiento destine esta cantidad a un espacio exclusivo para el disfrute de los perros y de sus dueños cuando hay tantos parques infantiles cuyo mantenimiento deja mucho que desear, es cuanto menos cuestionable.

Los amantes de los animales, los defensores de las mascotas, los que conviven con amigos de cuatro patas creen urgente y prioritario crear un espacio específico para pasear a sus compañeros. Deben sentirse privilegiados. Van a disponer de una superficie de 7.000 metros cuadrados, equivalente a un cambo de fútbol, de césped, por supuesto, en el parque de la margen derecha del Guadiana, el mejor que existe en la ciudad, que disfrutan miles de pacenses de lunes a domingo y del que pueden presumir ante los visitantes. El equipo de gobierno, abanderado por el voto necesario de la concejala de Ciudadanos, Julia Timón, ha decidido que sea éste el lugar de referencia del mejor amigo del hombre, que con razón lo va a seguir siendo en un sitio preferente de la agenda de amistades. La Sociedad Canina y el Colegio de Veterinarios aplauden con las orejas, como no podía ser de otra manera. 100.000 euros a plazo fijo, pues se invertirán antes de final de año, sin discusión, dado que el dinero procede del sobrante del año pasado y es requisito impepinable que el ayuntamiento se lo gaste en estos meses. Ya les gustaría a otros proyectos pendientes en la ciudad contar con fecha inalterable. Sólo un ejemplo, la piscina de la margen derecha, largamente anunciada, que aún está por ver que se materialice algún día.

Al parque canino no le faltará detalle: dos pipi-can (los baños de los perros) de tamaño considerable, además de elementos de juegos como rampas, túneles, balancines, una zona de 1.000 metros cuadrados para pistas de entrenamiento y un recorrido de canning cross para que los usuarios puedan practicar deporte con sus mascotas, además de una arboleda, fuentes adaptadas para los animales, bancos, riego automatizado, iluminación y cartelería con las normas de uso. Mirándolo así, con tal surtido de dotaciones, entran ganas de pedir que se habilite un horario específico para que puedan usarlo los niños, pues no creo que haya un parque igual para los pequeños de la casa con tanta oferta de actividades y servicios específicos. Demagogia pura y dura. Pero es difícil obviar que existen otras necesidades más priotarias en una la ciudad. El alcalde, Francisco Javier Fragoso, suele justificar que el presupuesto municipal que su equipo gestiona es limitado, cuando tiene que explicar por qué no se acomete una inversión que un colectivo o un barrio reclama, por muy necesaria y urgente que parezca la solicitud. Gobernar consiste en eso, en discernir lo prioritario de aquello que puede esperar hasta que lo primero se solvente.

Añadiendo estos 100.000 euros a otros 155.000 que el ayuntamiento destina también antes de final de año a arreglar el camino de la perrera, suman más que lo que invertirá en el asfaltado urgente de calles degradadas en la ciudad, el doble de lo que costará una pista polideportiva en Cerro Gordo, casi duplica lo que supone renovar el colector de la avenida Ricardo Carapeto, cuajado de averías, y más de cuatro veces la cantidad que necesitan las Adoratrices para que no se les vengan abajo dos retablos del siglo XVIII. Lo dicho: hay comparaciones rabiosas.