Se veía venir. No sólo lo he dicho yo. Hemos sido bastantes ciudadanos los que hemos venido protestando por el uso instrumental que se le está dando al patrimonio histórico de Badajoz. Esa teoría capitalista, que defiende la prioridad del uso turístico -léase hostelero- de los monumentos, como único modo de hacerlos sostenibles es falsa. No niego que en algún caso, con unas circunstancias sociológicas concretas, pueda haber sido aconsejable y hasta útil. Pero no en Badajoz. Hasta ahora, cada vez que se ha intentado por estos pagos ha sido un fracaso mayúsculo. Hasta en Mérida, la joya de la corona regional. Porque aquí todo acaba por convertirse en una subvención encubierta. Las empresas locales siguen viviendo de la subvención y de un modo u otro no consiguen salir adelante sin la inyección de dinero procedente del bolsillo de los contribuyentes. Aunque se disimule con mil artificios. Y eso no como fruto de una casualidad, sino como resultado de un proceso perfectamente planeado. Esa mentalidad, tan contraria al capitalismo moderno que tanto se alaba, es una pandemia de gravísimas consecuencias. Para el Patrimonio y para los hábitos empresariales y ciudadanos.

Eso es lo que está pasando con el fuerte de San Cristóbal y, de otros modos, con todos los edificios históricos de Badajoz. Lo del fuerte está siendo un fracaso. Proyecto teledirigido. Excavación arqueológica para disimular. ¿Saben que la entonces concejal de turismo, hoy diputada provincial, prohibió a los arqueólogos hablar del poblado de la Edad del Bronce que hay sobre el cerro? Rehabilitación discutible, con el supuesto fin de explotación hostelera. Pero no han conseguido que nadie se interese por las condiciones de acceso, aislamiento y entorno sociológico. Ahora lo van a sacar a licitación, una vez pagada la infraestructura con dinero público. Quieren privatizar no sólo el uso, sino la gestión total de la fortificación. ¿Es eso legal? ¿Tiene algo que decir la Junta? ¿Saben que la excavación externa del yacimiento prehistórico que hay allí arriba está sin hacer? Los vestigios están, incluso, publicados en la Revista de Estudios Extremeños. Todo esto me parece intolerable. Ahora sólo queda privatizar la alcazaba. En ello estamos. Hay proyectos y tienen nombre y apellidos, no crean. Cada vez estoy más convencido de que la única gestión sensata del patrimonio badajocense la hizo en su día el Ejército. Las corporaciones, con muy escasas excepciones, han sido las peores enemigas de nuestro patrimonio.