La asociación cívica Ciudad de Badajoz propondrá al Ayuntamiento de Badajoz que homenajee con calles a las mujeres destacadas en la historia relacionadas con la capital pacense y con la comunidad autónoma.

El colectivo se ha sumado a la conmemoración del Día de la Mujer con esta iniciativa que pretende rescatar de la memoria a pioneras como Carmen Silva, primera mujer en dirigir un periódico en España, o María Cerrato, primera en licenciarse en Veterinaria.

También citan otros ejemplos como Ana de Austria, reina de España y Portugal, fallecida en la capital pacense.

En las próximas semanas la asociación elevará la petición de forma oficial, proponiendo diversos espacios para su reconocimiento público.

Entre las primeras mujeres propuestas se encuentra María del Carmen Silva, nacida a finales del siglo XVIII en Lisboa, ciudad en la que se ocupó de liberar con ardides a los soldados españoles apresados por los franceses al inicio de la Guerra de la Independencia.

Perseguida por Junot se refugió en Badajoz, donde conoció a su marido, un médico militar con quien participó en la defensa de la ciudad.

Al morir Rafael Menacho y caer la urbe, junto con su esposo huyó a Cádiz, donde fundó el periódico El Robespierre Español, de carácter progresista y que censuraba entre otros aspectos la capitulación de Badajoz ante los franceses.

Al caer su marido en desgracia y ser encarcelado por sus opiniones políticas, Silva se hizo cargo de la publicación, convirtiéndose así en una de las primeras mujeres del mundo en dirigir un periódico.

Por su parte, María Cerrato Rodríguez (Arroyo de San Serván) fue la primera mujer veterinaria de España, licenciándose en 1925, pionera en una carrera "vetada" a las mujeres gracias a un permiso especial del Ministerio de Instrucción.

Ejerció en varias poblaciones de la provincia de Badajoz y falleció en Calamonte en 1981.

En cuanto a Ana de Austria, fue reina consorte de España con Felipe II, y falleció en Badajoz en 1580 cuando su marido se dirigía a tomar posesión del reino portugués.

Su enfermedad y posterior desenlace obligó a la Corte española a establecerse durante varios meses en Badajoz.