Hay tantos ejemplos repartidos por el mundo y por las redes sociales que lo sorprendente es que la idea no haya llegado antes a Badajoz. Se trata de un proyecto para crear una red de puntos de lectura a pie de calle colocando libros de segunda mano en mobiliario urbano, bien reutilizado o fabricado expresamente, para que los transeúntes se sirvan libremente o aporten también ejemplares que ya han leído y que quieren compartir con otros lectores. El proyecto se denomina Un libro, mil vidas y ha sido diseñado por la plataforma vecinal SOS Casco Antiguo, que ya lo ha presentado al concejal de Cultura, Antonio Cavacasillas, y al vicepresidente de la Diputación de Badajoz, Ricardo Cabezas, además de hacerlo extensivo a todos los grupos políticos con representación municipal a través de las redes sociales, según explica el portavoz, Luis Pacheco. De momento, tanto en el ayuntamiento como en la diputación lo están valorando.

Esta iniciativa ciudadana pretende hacer uso de unos 100.000 libros de segunda mano en buen estado de conservación, propiedad de la churrería aAaaa, de la calle Moreno Zancudo, que los pondría a disposición de la Administración de manera gratuita y altruista. Son libros de muy diverso contenido, que serían clasificados previamente con la colaboración de voluntarios, que harían una selección para nutrir los puntos de lectura de libros para todas las edades.

La puesta en marcha del proyecto se basa en el uso «imaginativo» del mobiliario urbano, pues para colocar los libros se podrían habilitar desde quioscos cerrados, cabinas de teléfono fuera de servicio, tocones, cuadros transformadores obsoletos o marquesinas de autobuses. O bien instalar nuevos módulos, fabricados con materiales reciclados. Se harían con un coste muy reducido implicando a colegios a través de actividades educativas, también a asociaciones y patrocinadores.

El inmenso objetivo de la propuesta es «normalizar la literatura, educar, poner bibliotecas a pie de calle al alcance de la mano para llevar los libros a todos los rincones de la ciudad».

Los lugares en los que se instalarían estos puntos de lectura serían plazas, parques y jardines y también paradas de transporte público, estaciones de autobuses y de trenes o en las proximidades de centros sanitarios o residencias. En este punto, SOS Casco Antiguo cree en la «complicidad» de los colectivos vecinales para decidir la ubicación idónea, pues son los que mejor conocen los barrios.

Sobre posibles lugares, se proponen en la iniciativa 22: en el parque del río (uno por cafetería), en el de San Fernando, en el Hospital Universitario, en el parque de San Roque junto al pabellón Nuria Cabanillas, la estación de trenes y la de autobuses, en el Materno, el Perpetuo Socorro, la plaza de Cervantes (donde hay un quiosco sin uso), Cerro de Reyes, en el parque de Castelar, Suerte de Saavedra, Ciudad Jardín, parque El Progreso, la plaza de las Américas, en el parque de Teresa de Calcuta (traseras de AC), el Bioclimático, el campus (junto al Edificio Metálico), el paseo Condes de Barcelona, el centro comercial El Faro, el parque Matilde Landa y en la nueva zona infantil prevista en el parque de La Legión. Para estos puntos, serían suficientes 2.000 libros en un principio, con una reserva de reposición y los usuarios podrían además aportar los suyos que ya no quieran para que los lean otros.

SOS ha pedido incluso presupuestos que sirvan de orientación, si se optase por fabricar librerías de hierro (585 euros) o casitas para libros, como la que existen en otras ciudades (396). Otra opción es acudir a patrocinadores u organizan talleres en asociaciones o centros educativos para fabricar estas «sueñotecas». En una ciudad donde vacían hasta los dispensarios de bolsas para perros, Pacheco es optimista y cree que esta iniciativa puede prosperar. «No podemos construir una ciudad pensando en los vándalos. La persistencia es la clave, hasta que se normalice ese nuevo mobiliario urbano. El mantenimiento y la educación son cruciales».