TNto les resultará raro que me preocupe de la Alcazaba, después de treinta años de trabajar en ella y sobre ella. Y no sólo, claro está, en el plano arqueológico. Esto viene a cuento de la polémica desencadenada estos días a causa del retraso del famoso proyecto de rehabilitación general --no me gusta el término integral-- del monumento. Como tantas veces, se está levantando una polvareda que acaba confundiendo más que aclarando. Todos se justifican y ponen cara de buenos. Lo cierto es que los posicionamientos hacen pensar en un nuevo rifirrafe político enmascarado.

El convenio de las tres administraciones para rehabilitar el conjunto se basaba en informes técnicos más que dudosos, en los que, como de costumbre, se menospreciaba el papel de la fortaleza como yacimiento arqueológico. Se falló el concurso y --¡oh casualidad!-- lo ganó quien antes había realizado la adaptación a su nuevo uso del hospital Militar, Cubo incluido. Faltaba comenzar la ejecución, una vez resueltos los trámites.

Cuando ya se había empezado la organización del convenio había llegado, vía Junta, un proyecto de restauración de parte del recinto. Según mis noticias, fue rechazado por el Ministerio de la Vivienda --reinaba la señora Trujillo--. Tiempo hubo para hacer proyectos parciales. Había pasado el momento. Ahora los planes eran otros. Se pretendía no sólo restaurar las zonas necesitadas, sino acometer el acondicionamiento del interior y el exterior, recién ajardinadas por el ayuntamiento. No leí que nadie hablase de vigilar las zonas arqueológicas extramuros, especialmente el Arrabal Oriental. Pero eso es arqueología.

Todo se retrasó. Cayó la Trujillo. El ministerio miró en otra dirección. Se intentaron salvar los enseres que dejaba intactos el cambio de titularidad. Nuevos retrasos. En gran parte todos los protagonistas del acuerdo iban de farol. Se comprometían a poner un dinero de dudosa existencia o, mejor dicho, de disputado uso. Y esto es Badajoz, no Mérida. Aquí no vienen los turistas a ver alcazabas, ni nada. Y entonces llegó la crisis.