En el colegio público Arias Montano de Badajoz van a terminar el curso más contentos de lo que lo empezaron. Niños, padres y profesores se encontraron al llegar septiembre con que el centro no contaba ya con conserje que, para quienes no eran nuevos, se trataba de una persona muy útil. No entendían por qué desaparecía este puesto que durante años cubrió una necesidad real. Su marcha obligó a reorganizar normas de funcionamiento, a distribuir nuevas tareas entre el director, la secretaria y el jefe de estudios y a cambiar el horario de apertura y cierre de puertas, así como se redujo el permitido para que los padres recogiesen a sus hijos del colegio para llevarlos al médico. Otras funciones dejaron de hacerse, tantas como hasta entonces había cubierto la conserje que, paradógicamente, continúa viviendo en la casa del portero con la que cuenta este colegio.

El Ayuntamiento de Badajoz había decidido acabar con esta figura, que en el caso de los institutos de Secundaria, depende de la Junta de Extremadura. Algunos, con menos alumnos que el Arias Montano, cuentan hasta con tres conserjes. Como en los centros de Primaria dependen de los ayuntamientos, el pacense no quiere hacerse cargo de ellos y este curso ha rematado este empeño. Primero trasladó a los funcionarios municipales que seguían ejerciendo esta función y, para hacerlos desaparecer del todo, los borró literalmente de la relación de puestos de trabajo. Otros ayuntamientos de la región sí asumen estos puestos y muchos sufragan su salario con los planes anuales de empleo que la Junta convoca. Pero en Badajoz hace años que el ayuntamiento decidió no soportar una carga que considera que no le compete. Además, como aún quedaban tres porteros ocupando viviendas en otros tantos colegios, decidió iniciar el desahucio para poder utilizar estas casas como viviendas sociales, de manera que se adjudicasen a familias con necesidades.

El procedimiento del desahucio sigue adelante, pero los motivos que el ayuntamiento adujo ya no van a ningún lado, porque los tres colegios han pedido que estas casas se incorporen a las instalaciones educativas. Con lo cual, todo el gozo en un pozo. En el caso concreto del Arias Montano, nadie ha salido ganando. Ni la conserje, que se quedará sin casa y sin el trabajo que desempeñaba; ni el colegio, que se quedó sin conserje y con la vivienda ocupada de momento; ni el ayuntamiento, que pretendía contar con una vivienda social que finalmente no tendrá este fin. Seguramente el equipo de gobierno no contaba con un colegio tan peleón, que desde el inicio de curso no ha dejado de reclamar un conserje, imprescindible para su funcionamiento. Lo último que ha hecho la asociación de padres es acudir el Defensor del Pueblo, que ha admitido a trámite la queja. Curiosamente, el mismo día que esta institución así se lo transmitía al ayuntamiento, el servicio municipal de colegios comunicaba al Arias Montano que contaría a partir del día siguiente con un trabajador por las mañanas. La concejala de Colegios asegura que es para reforzar el servicio de limpieza. De hecho, depende de la empresa que tiene este contrato. Pero en el colegio ha asumido otras funciones, semejantes a las que tenía la conserje. A profesores, padres y alumnos les da igual cómo se llame, si de verdad su petición es atendida. No buscan que nadie reconozca el error públicamente, ni colgarse medallas. Solo quieren que el colegio funcione y no van a quedarse callados ni quietos hasta estar seguros de que el sentido común prevalece definitivamente.