El pudor es la honestidad, la modestia y el recato y tiene que ver con la decencia, la integridad, la vergüenza, la cautela, la modestia, el decoro, la compostura y la circunspección. Lo contrario, el impudor, es la falta de todo lo anterior más el cinismo para defender cosas vituperables. En otras palabras: la falta de pudor la alimentan aquellos que, de manera hipócrita y descarada y casi siempre instalados en la demagogia y/o en la ignorancia, defienden lo indefendible, excusan lo propio o a los suyos aun cuando lo excusado sea deleznable y atacan y critican al contrario por mucho que la razón le acompañe.

Carece de pudor quien ante un descalabro electoral mira para otro lado, echa balones fuera o, peor aún, sitúa la responsabilidad en sus alrededores y se instala con naturalidad en la descomposición permanente. No conoce el pudor quien ante el fracaso persiste en el error, quien levanta cortinas de humo para ocultar su incapacidad o quien acude a la descalificación para reforzar su impostada autoridad. El pudor tiene que ver con la educación y el conocimiento, con la verdad y la sensatez, con la humildad y el sentido común y, por tanto, carecen de pudor quienes, envalentonados, lanzan demagógicas proclamas ideológicas que ni ellos mismos se creen. Poco pudor hay en quienes habiendo arruinado la vida cultural en Badajoz pretenden ahora erigirse en sus supuestos salvadores. Menos pudor existe en los políticos que, metidos a críticos teatrales y olvidándose de las normas más básicas de respeto a la creatividad del artista, por no hablar ya del descarado ataque a la libertad de expresión y de su afecto por la censura previa, se escandalizan por la obra de Almossassa y un puñado de palabras soeces mientras que elevaron a los altares las famosas fotos de Montoya o montaron en cólera por la retirada de una fotografía de Sergio Parra en el pasado Festival de Mérida. No es pudor sino cinismo el del candidato ése que dice que no va a congelar pensiones ni sueldos a funcionarios cuando formaba parte del Gobierno que rebajó y mantiene la rebaja. Y no es pudor tampoco lo de ese chico que ejerciendo de alcalde en Villanueva sale a defender Feval atacando desmedidamente y sin saber a Badajoz, a su alcalde y a Ifeba.

Son comprensibles los estados de frustración cuando las cosas no salen cuando no espera pero el insulto a la inteligencia jamás fue una buena elección como terapia. Y menos aún como estrategia.