Los ocho poblados no son Badajoz, ni Badajoz es los poblados que dependen del ayuntamiento pacense, por mucho que exista un vínculo administrativo. Los 7.891 vecinos que viven en las pedanías lo saben y los habitantes del núcleo urbano tampoco los sienten como parte del municipio, no por desprecio, sino porque no forman parte de su actividad diaria y no pertenecen a su entorno.

Domingo soleado en Sagrajas: Nadie en la calle hasta la una, que es la hora en que mujeres y niños salen de misa, vestidos de domingo, con sus bicicletas y patinetes. Apenas hay tráfico y es fácil aparcar delante la puerta del lugar de destino. Suena el ruido de las pelotas que rebotan en las paredes de la pista de pádel, donde los propios jugadores se organizan para utilizarlas y mantenerlas a punto. Tranquilidad absoluta.

En la caseta municipal han convocado una reunión de los afectados de todos los poblados para tratar el asunto del catastrazo . Los vecinos van llegando a su ritmo, algunos cuando la cita está a punto de terminar. Pocas veces habrán tenido ocasión de juntarse todas las pedanías para abordar un problema común, aunque los tienen y comparten muchas necesidades. Ahora les han tocado el bolsillo y quieren defenderse. Catastro ha realizado una actualización del valor de las propiedades. Se trata de una actuación de ámbito nacional que ha cogido a muchos desprevenidos, porque ha sacado a la luz construcciones que no estaban dadas de alta y por las que sus dueños no pagaban el Impuesto de Bienes Inmuebles (IBI), la llamada contribución . La Administración sólo intenta recuperar lo que no ha cobrado los tres últimos años, porque los anteriores ya han prescrito. Los contribuyentes se pueden dar con un canto en los dientes, pero se quejan ahora de que les cuesta hacer frente de forma repentina a una cantidad tan elevada.

El revuelo de los poblados ha sido mayor porque en Catastro se ha producido un "error informático" que ha confundido los códigos postales y los propietarios no han recibido la notificación avisándolos de la actualización del valor catastral, sino que les ha llegado directamente el aviso del ayuntamiento con el recibo de la cuantía que tienen que abonar y se les ha pasado el plazo para presentar alegaciones si no están de acuerdo con la valoración de sus propiedades. Dicen que hay piscinas provisionales valoradas como fijas, cocheras como naves o toldos como porches. Pero también hay piscinas fijas, naves y porches que existen desde hace años y por las que sus dueños no han pagado los impuestos que les correspondían. Aprovechando la coyuntura, y como no les queda otra que pagar lo que deben, sacan a relucir que si ellos apoquinan como los habitantes de la ciudad, deberían disfrutar de servicios que en los poblados no tienen.

No les faltan razones. Llevan años pidiendo autobús urbano los fines de semana, como tienen los barrios de Badajoz, pero en la casa madre no salen las cuentas, aunque esta misma razón no sirve para dejar de mantener líneas deficitarias que funcionan en la ciudad. En ninguna de las pedanías hay biblioteca, ni piscina municipal. Ni siquiera Gévora, con 2.495 habitantes censados. Los veranos en los poblados son calurosos y, si cabe, más largos que en la ciudad, donde existen más ofertas de ocio. Ni siquiera tienen un alcalde que los represente, porque son elegidos a dedo desde el partido que gana en el ayuntamiento matriz, que no coincide con las siglas que estos vecinos votan, pues en las pedanías siempre gana el PSOE. Pero si piden ser iguales para recibir, deben ser iguales para pagar.