En realidad, la Puerta del Capitel de la Alcazaba de Badajoz, encierra más información de la que aparenta. Es un ejemplo de manual para distinguir cuándo el uso de material constructivo reaprovechado de un edificio más antiguo en uno más moderno puede considerarse ‘spolium’ (pl., ‘spolia’) o no. Las dos quicialeras incrustadas en la cara interior del arco principal parecen dinteles, o jambas, de época visigoda, cortados y reutilizados allí como mero material calizo de obra. Su valor no es simbólico, porque apenas podían verse desde parte alguna. Menos habiendo batientes. Sin embargo, el capitel es casi insultante, de puro evidente, y lo más sorprendente es que procede del Foro Municipal de Augusta Emerita. Quiere decirse que fue escogido con todo cuidado del lugar desde el que se regía la capital romana, para colocarlo en la entrada al centro administrativo y a ratos político de la región, en época árabe.

Es toda una afirmación de autoridad, de legitimidad y de continuidad. Y, hoy por hoy, parece el mayor argumento a favor de la existencia de una fase anterior de la puerta, de época pre-almohade, o sea, de entre 875 y 1148.

Lo que ignoramos por completo, pongo pocas esperanzas en los trabajos arqueológicos previos a su ¿restauración?, es cómo sería su primera etapa y si estaba exactamente en el mismo lugar donde ahora se abre el vano interno de la segunda. Y, de ahí, cómo era su organización. Si lo que conocemos por otros casos es exacto debiera tratarse de un acceso directo entre dos torres poco salientes y muy próximas entre sí. Pero eso son, por ahora, conjeturas.

Tampoco el arco interior parece pertenecer a ese momento primitivo. Y es muy importante reconocer la cota del suelo original, porque, en la vecina plaza de San José, la parte inferior de algunas torres deja a la vista sus cimientos. La salida con frontón, paisaje del futuro edificio de la Fundación Caja Badajoz, es del siglo XVI y, casi se me olvida, los extraordinarios vasares -literal- del muro exterior al patio de acceso constituyen la cuarta etapa histórica del monumento. Se remonta a la fértil imaginación contemporánea y posmoderna de un arquitecto amigo del industrial hostelero del inmueble de enfrente.

*Arqueólogo