Si no van a hacer nada es mejor que lo derriben". Esa es la opinión de muchos de los vecinos que viven en el entorno de la antigua biblioteca del Cerro de Reyes, que han visto cómo desde que se cerró hace ya un año "todo ha ido a peor". El ayuntamiento decidió trasladar la biblioteca a unos locales de la antigua parroquia de Jesús Obrero después de que el bibliotecario fuera agredido por segunda vez y tras años de ataques vandálicos contra el inmueble.

Los vecinos reconocen que las instalaciones se han ido deteriorando aún más desde que permancecen cerradas y que en más de una ocasión los vándalos han roto las rejas y mallas metálicas para acceder al interior. Aseguran que sirve de punto de encuentro de grupos de jóvenes que hacen en el lugar "lo que quieren". Prueba de ello es que a su alrededor se acumula basura, restos de maderas y muebles utilizados como leña para fogatas y cristales y plásticos de los botellones que, según denuncian, hay prácticamente a diario.

Cuando la biblioteca reabrió en su nueva ubicación, el ayuntamiento señaló que el edificio se devolvería a la Junta de Extremadura, que lo había cedido, para que se hiciera cargo de las instalaciones y decidiese el uso que se le iba a dar. Fuentes municipales explicaron ayer que desde la Concejalía de Cultura ya se ha solicitado a la delegación de Patrimonio que formalice este trámite.

SIN LIMPIEZA NI ACCESOS El estado de este inmueble no es lo único que suscita las quejas del vecindario. Los residentes también denuncian que las farolas de la plaza están estropeadas desde hace tiempo y que en sus arriates nunca ha habido plantas. Además, lamentan la ausencia de limpieza y la falta de accesos adecuados, ya que son caminos sin asfaltar y desde la avenida Luis de Góngora hay incluso que pasar por el acerado con los vehículos.