No sé si será la influencia del espíritu navideño o que nuestros políticos se han dado cuenta de que los ciudadanos que los mantienen en sus sillones son quienes deberían marcar sus idas y venidas y no rencillas personales.

Tantas páginas se han escrito sobre los continuos enfrentamientos entre la Junta y el Ayuntamiento de Badajoz que han derivado en problemas en los colegios (por el conflicto de competencias) en el mantenimiento del puente Viejo (por el conflicto de competencias), en la ubicación de viviendas baratas (también ha habido conflicto de competencias, urbanísticas), en el museo del carnaval y tantos otros asuntos que no acababan de despejarse porque dos administraciones eran incapaces de ponerse de acuerdo.

Ahora llega el presidente de la Junta, come con el alcalde y ambos salen de la reunión enternecidos y jactándose de una comprensión mútua que sólo ellos comprenden. Será cuestión de química, como decía hace un año Celdrán, o de la fase ciclotímica de Ibarra, como dice ahora Sosa, pero va a ser verdad el dicho machista de que al hombre se le conquista por el estómago. Basta comer en Aldebarán y surge el amor.