Un bebé de apenas un mes de vida sufrió ayer por la mañana, cuando se encontraba dormido en su capazo, la mordedura de una rata que apenas le provocó una erosión en la parte superior de su pequeña cabeza, pero que alarmó a sus familiares porque ya se temían desde hace tiempo que cualquier día podría ocurrir una desgracia.

Sucedió en una calle que solo sus vecinos saben que se llama Golondrina, en el Cerro de Reyes, en la vivienda donde el pequeño vive con su madre, sus tías y su abuela, y que linda con dos casas que están en ruinas desde la riada del 97, convertidas en refugio de indigentes y cubiertas de escombros y basura. Según Juan Luis Bonilla, padre del bebé, conviven a diario con ratas "como perros".

Poco antes de las diez de la mañana, el pequeño Izan, que hoy cumple un mes, dormía en su capazo. Su madre, Gema, estaba acostada al lado y sintió que algo le movía el pelo. "Creí que me estaba enredando mi hermana", se sobresaltó y vio en el cochecito a la rata, que sacó de un manotazo. "Menos mal que me di cuenta, si no me quedo sin el niño". Un vecino la mató. Según los testigos, medía dos palmos.

Los familiares llevaron al niño inmediatamente al Materno y de ahí lo derivaron al centro de salud de Ciudad Jardín. Según contó la madre, le curaron la herida, le pusieron la vacuna del tétanos y la del mes de vida y le prescribieron paracetamol para la fiebre. Posteriormente, los veterinarios del centro de salud recogieron al animal y se lo llevaron al laboratorio de Salud Pública para analizarlo.

La calle Golondrina desemboca empinada en el Calamón y sobre la calzada apenas queda asfalto, solo piedras y tierra. Las casas más próximas al arroyo fueron derribadas y todo el entorno es un estercolero. Allí viven una decena de familias, muchas con niños, y se sienten "completamente olvidados". María Sabina Bonilla decía ayer con amargura, que "las ratas andan por la calle como las personas". "Somos marginados", se lamentaba María Teresa Trinidad, abuela del bebé. Y ante esta situación, reclaman atención por parte del ayuntamiento. "No pedimos lujos, sólo limpieza", añadía la tía del pequeño.