Cuando en septiembre del año pasado el Ayuntamiento de Madrid nos sorprendió a todos colocando en lo alto del edificio del antiguo Correos en Cibeles la enorme y visible pancarta que decía "Refugees Welcome", sinceramente, pensé en lo ridículo de la acción porque, si era un mensaje de concienciación ciudadana para los propios, el inglés sobraba y, si era para los refugiados, me daba que ni uno solo de los cientos de miles que hay llegaría a leer jamás el mensaje. Ni siquiera contando con la complicidad de los medios porque no creo que los refugiados estén para mucha televisión. No, no estoy frivolizando con el problema, que es real, que lo tenemos cerca, que no es de fácil solución y que está demostrando las grandes y graves carencias que tenemos como continente y país para solucionar una crisis con tantos matices. Pero sí quiero levantar la voz contra los demagogos, los que usan una cuestión de esta dimensión para decir tonterías y para generar más problemas o dar lecciones a los demás.

La crisis de los refugiados, procedentes de oriente medio, principalmente, se origina en una guerra y solo su superación podrá arreglar el problema de los que están pensando en marcharse, de los que ya están en camino y de los que no saben aún a dónde irán a parar. Por supuesto, lo primero que solucionará será la continua pérdida de vidas humanas, que es la verdadera crisis humanitaria en la zona. No sirven buenas intenciones, declaraciones panfletarias o actuaciones unilaterales pero tampoco mirar para otro lado cuando hay que poner botas en el terreno y esperar a que lo hagan los demás. O cuando creemos que las guerras se arreglan solas. O que metiendo a un refugiado en casa ya estamos tranquilos. Hay que ser un poco más serios. Son personas que necesitan soluciones integrales --domicilio, manutención, colegios, sanidad, trabajo, etc.-- y no solo mítines o comisiones.

Tal vez el fin de las barreras, las dudas o la desinformación empiece por poner una pancarta en el balcón --en Badajoz las hay ya-- con leyendas como "open the borders" o "En esta casa caben 2 refugiados" pero también sería útil preguntarse por qué, teniendo uno de los mejores sistemas sanitarios del mundo, una educación pública más que aceptable y una calidad de vida envidiable, pocos o ninguno quiere venir a España y prefieren como destino el norte de Europa. Y no creo que solo sea cuestión de trabajo. Igual no somos tan solidarios como creemos o socialmente mantenemos más prejuicios de los debidos.