En materia de patrimonio histórico, rehabilitar no solo significa limpiar las piedras y recomponerlas, sino que tiene que acompañarse de la revitalización, buscar un uso a lo que se recupere para que el pasado se haga presente. Un ejemplo está en la plaza Alta. Se rehabilitaron las Casas Coloradas, pero no se recuperaron mientras no se habitaron. La propia plaza no volvió a cobrar vida hasta que se llenó de vecinos y se abrió un negocio de hostería. Parece que no todos lo tienen claro. Aquí llega el dinero de un programa europeo o de un plan tripartito y la bombilla se enciende para recuperar la ermita de Pajaritos, las Casas Mudéjares, el antiguo ayuntamiento o los jardines de La Galera. Primero hacemos la obra, que luego ya veremos qué uso le damos. Pasa el tiempo y da la sensación de que les buscan contenidos improvisados. Pajaritos para Amigos de Badajoz, las Casas Mudéjares para ¿acoger turistas? y las Casas Consistoriales como edificio institucional, aunque solo se ha abierto en media docena de ocasiones. Ahora piden que se utilice para las bodas civiles y la respuesta del ayuntamiento es que no hay dinero para acondicionarlo. Haberlo previsto antes.