Angi, María y Erika fueron ayer Melchora, Gaspara y Baltasara, y como hacen sus tocayos varones la víspera de la noche de Reyes, acogieron con ternura a los niños que ayer las visitaron y les preguntaron si habían sido buenos el año pasado. Las tres reinas magas estuvieron por la mañana en la sede de Campamento Dignidad, en Suerte de Saavedra, para entregar regalos (la mayoría juguetes y libros de segunda mano, en buen estado y curiosamente envueltos) a medio centenar de niños que las pasadas navidades no fueron perceptores de demasiadas atenciones porque sus familias no se lo pueden permitir.

Allí estaban los pequeños, en fila, agolpados ante la puerta del local, con sus padres, esperando que los llamasen para recoger sus paquetes.

La iniciativa partió de la Coordinadora Estudiantil de Badajoz, que la definió como una «acción solidaria y reivindicativa». El hecho de que las reinas magas llegasen una semana más tarde de la fecha que fija la tradición tenía su porqué. El motivo es que viajaron en tren, de ahí el retraso. La Coordinadora Estudiantil no da puntada sin hilo. «El tren va al mismo ritmo que los dromedarios y los camellos», comentó su portavoz, Hernán Álvarez.

Campamento Dignidad se puso en contacto con las familias que querían participar en esta iniciativa y las reinas magas contaban con un listado con los nombres de los niños a los que iban a atender, que fueron llamando por orden de edad. Además, se acercaron otras familias que no se habían apuntado pero que también se llevaron sus obsequios.

La Coordinadora Estudiantil ya organizó a principios de curso una entrega de material escolar en la sede de Campamento Dignidad de Suerte de Saavedra, para familias sin recursos para adquirir libros, libretas y lápices. Ayer, aprovechando la magia del ambiente, lanzaron un deseo: «Nos gustaría no tener que ponernos en contacto más con las Reinas Magas porque hubiese políticas justas y todas las familias tuviesen regalos».