Los que tenemos la suerte de disfrutar de vacaciones en agosto, nos afanamos estos últimos días del mes en dejar el contador a cero cerrando asuntos pendientes y poniendo a punto aquellos otros que seguro nos esperarán a la vuelta del verano.

Es el balance a mitad de año. Y como éste será mi último artículo antes de vacaciones (si el director de La Crónica de Badajoz no decide lo contrario) me propongo rematar la serie haciendo el sano ejercicio de repasar y pronosticar, a grandes rasgos, la vida de la ciudad en este punto del año.

Es indiscutible que la marcha de Miguel Celdrán, marca el acontecimiento político más importante de estos meses. Y aunque su sucesor, Francisco Javier Fragoso, se haya afanado en estos poco más de 100 días en asentarse en el puesto, no será hasta después del verano cuando realmente veamos la impronta que el nuevo regidor le da a la ciudad.

Además de la aprobación de los presupuestos municipales, Fragoso tendrá como gestión importante darle solución al problema creado con el parking de Conquistadores, terminado y cerrado desde hace justo ahora un año, aunque aún no está acabado el Centro Cívico. Y tendrá que reivindicar con firmeza las obras de la Plataforma Logística paralizadas y sin claros visos de su resultado final.

No obstante la vuelta del verano llegará marcada por algunas obras importantes. Se anuncia la continuación de los trabajos de rehabilitación de la Alcazaba, el inicio de la construcción de la piscina olímpica de la margen derecha, la urbanización de El Campillo, las obra de Decatlón en la avenida de Elvas o la continuación de las de ordenación del Guadiana a su paso por la ciudad.

Comenzaremos a celebrar el I Milenio de la fundación de Badajoz. Y seguiremos en la pugna por ser Ciudad Europea de la Juventud en 2016, sin perder de vista el diseño del futuro de la ciudad a través del Plan Estratégico. También sabremos el futuro uso del antiguo Hospital Provincial.

Las expectativas son interesantes. No podrán verlas cumplidas Javier Leoni ni Juan Luis Hernández de la Rosa. Nadie como ellos sabrían utilizar una simpática ironía en el supuesto de que no se cumplieran.