Coinciden dos exposiciones en Badajoz. Una sobre la cueva de Maltravieso y la historia de los primeros pobladores de estas tierras y otra es sobre un periodo más reciente de la historia, trágico, dramático, ¿superado?: la Guerra Civil española. Ambas tienen el valor del rigor histórico, lo que dice mucho de sus organizadores y de una sociedad capaz de generar una labor de investigación que permite encarar ciertos acontecimientos por encima de la anécdota y la pasión localista o ideológica. La muestra sobre la Guerra Civil tiene una connotación más compleja. Cuenta la historia, como dice su comisario, "con rigor", "contando lo que aquí pasó", y según el consejero de Cultura, "con ecuanimidad y profundidad". Y en un espacio emblemático, símbolo de la cruel represión franquista, a cuyas víctimas se recuerda con una esbelta escultura, ágil y científica en su concepción, a tono con la filosofía del propio palacio de congresos y de la misma exposición. El historiador Moradiello lo explicó muy bien cuando se le preguntó por el revisionismo actual: "la historia está en revisión permanente, pero reactualizar discursos de guerra no es revisar la historia, es volver a las andadas".