TLta primera vez me pareció que se reía. Acaban de cogerlo con las manos en la masa, o lo que es lo mismo, con los euros escondidos en los rodapiés de su casa, y el hombre tenía una sonrisa en los labios. Me pareció una actitud de chulo de barrio, de jefe pandillero. Luego, vistas de nuevo las imágenes, pensé que podría ser una sonrisa de compromiso, o quizás exculpatoria, de chico bueno que intenta convencernos de que lo hecho ha sido solo una trastada. Da igual. La sonrisa de Juan Lanzas sobraba.

No tiene gracia, ninguna, lo que durante años ha venido haciendo con la complicidad de empresas y de la administración regional de Andalucía.

Otro al que he visto con la sonrisa prendida, incluso más amplia, es al que fuera director general de Trabajo, el que, según su chofer, se jactaba de poder dar subvenciones sin control alguno. No comprendo tanta mueca fuera de lugar. La justicia determinará quién es o no es culpable en el complejo y prolongado latrocinio, la justicia es la que impondrá las penas, pero ya de momento, y antes de los juicios y los castigos, a mí me molestan sus sonrisitas. Me pregunto de qué se ríen.

No tiene gracia, ninguna, que el dinero de todos se robe para enriquecer a presuntos delincuentes y confirmados chorizos de sonrisa fácil y embaucadora, perfeccionada en años de esforzado ejercicio. No sé de qué, pero intuyo para qué se ríen. Quizá nos estén llamando tontos por habernos dejado robar durante tanto tiempo. Me incluyo e incluyo a los españoles de todas las comunidades, porque el dinero acabamos reponiéndolo entre todos, como se ha visto por los rescates pedidos.

No tiene gracia y me molesta verlos. Miles y miles de euros, millones. Hace tiempo me pareció obsceno ver montones de billetes escondidos en la casa de Mubarak, dinero de monedero para salir del paso, por si hiciera falta salir corriendo; simple calderilla en relación con lo robado al pueblo. Obsceno me pereció ver los billetes guardados por Lanzas en escondrijos. También calderilla, por si acaso.

¿Dónde está la gracia?