Cuando yo era chica, bajo las escaleras de la casa de mi abuelo Miguel, vivía un monje. Tenía una larga barba y una capucha castaña de cartón que se ponía o se quitaba según lloviera o saliera el sol. Cada día daba el parte. Capaz de prever las aguas más tempranas, era an mas eficaz, decían, que los dolores de huesos. El pronóstico se daba con voz de decir algo importante, y se completaba con el santoral desglosado en un almanaque, tan listo que hasta de mareas y fases lunares sabia. Así estábamos al tanto de que el 19 de octubre era San Isaac Jogues, San Joel profeta, San Juan de Brébeuf y compañeros mártires. Ahora nadie sabe el santo de nadie. Ni se felicitan, salvo que uno tenga un santo famoso, o coincida con el patrón de su pueblo. Ahora tenemos días internacionales. El 19, ademas de ser el día de los antedichos, es el del cáncer de mama. Su sola mención hace sentir un escalofrío. A la mayoría sirve de subrayado en el calendario, de recuerde usted sus revisiones. A muchas, de suspiro. De coger fuerza al respirar, de sacar pecho, de sonreír de medio lado, aun con aprensión, de no querer tentar la suerte diciendo en alto que han ganado la batalla. A otras le duelen las mandíbulas de tanto apretar los dientes. También las mandíbulas. Son las que ahora mismo sienten náuseas, pierden el pelo y el sueño. Luego están las que dejaron atrás la quimioterapia, la radio, pero aún cierran los ojos y rezan bajito antes de ver los resultados de sus marcadores tumorales. Llega este día y se nos vienen nombres de mujeres a la cabeza. A las entrañas. Revolviéndonos. Algunos tan cercanos que su recuerdo nos embiste, aguijoneando el día con un dolor que deja en carne viva su ausencia. Y otros llegan con un olor a clavel, y a alegría. A supervivencia. A libro con marcador que señale la página. Pasada. Pero sin olvido. Con anotaciones al margen, de las que enseñan, a seguir . A empezar, pero no de cero. A continuar el viaje. Ligeras de equipaje. Con las prioridades ordenaditas, y la lección aprendida o dispuestas a aprender. De esos nombres se nos llena la boca, y el ánimo se hincha como un globo. Rosa. Sube. Flota, llenando el aire. De esperanza.