Ruido de frenazos, ruido sin sentido, ruido de arañazos, ruido, ruido, ruido", que cantaría Sabina. El sonido se convierte en ruido cuando el oído es incapaz de traducir el mensaje y sólo percibe molestias. Todas nuestras celebraciones van acompañadas de sonidos, de música, de percusión, de conversaciones, de saludos y de gritos de sorpresa. Que a un barrio le haya tocado soportar --y disfrutar-- la mayor parte de las fiestas que se celebran en una ciudad es un verdadero problema para quienes tienen y quieren cumplir un horario vital que pasa por dormir las horas que necesitan, madrugar para continuar al día siguiente, descansar cuando se está enfermo o conseguir que un bebé adquiera hábitos de recién nacido. Compaginar el derecho al ocio y a la diversión con el del descanso y la libre empresa sigue siendo una asignatura pendiente, que no se aprueba por muchos exámenes que se convoquen.

El Ayuntamiento de Badajoz se ha dado cuenta de que las quejas de los residentes no son ninguna broma. Ya existen sentencias condenatorias a raíz de denuncias de ciudadanos cuyas noches se convirtieron en verdaderos suplicios, porque cuando intentaban conciliar el sueño otros estaban de fiesta con el volumen a toda pastilla. Con motivo de La Noche en Blanco, ha resurgido el conflicto, en el que se han visto inmersos los hosteleros, los vecinos del Casco Antiguo y el ayuntamiento, a su pesar. En la Junta de Seguridad Local, el equipo de gobierno decidió que la administración local se echaba a un lado a la hora de solicitar la ampliación del horario de apertura permitido a los locales de ocio. Aunque por mucho que quiera, no podrá desentenderse, porque la petición debe ir documentada con una justificación firmada por el alcalde.

Hasta ahora, la Junta autorizaba una ampliación genérica. Pero eso supone que si permite abrir dos horas más, los que cierran a las 2.00 podrán hacerlo a las 4.00 de la madrugada, que es la hora a la que debía terminar la fiesta organizada por el consistorio; pero los que tienen permiso hasta las 4.00 el resto del año, podrían hacerlo a las 6.00, con lo cual la noche daría paso al día y aún habría gente en las calles. El ayuntamiento se lavó las manos y decidió que como es una competencia de la Junta, que sean los propios hosteleros los que se dirijan a la administración regional a pedir permiso. Algunos se enteraron tarde y otros ni siquiera eso. Con lo cual tardaron en organizarse y el permiso les llegó con más retraso de lo deseable, teniendo en cuenta que son negocios que tienen que hacer sus previsiones para llenar neveras y contratar a personal por tratarse de una ocasión excepcional.

La Noche en Blanco se celebró y duró más allá de las 4.00 de la madrugada. La temperatura invitaba a permanecer en la calle y no hay ordenanza ni ley que obligue a nadie a marcharse a casa antes de lo que el cuerpo le pida y el bolsillo le permita. Quien eligió vivir en el Casco Antiguo lo hizo con sus pros y sus contras. Los hosteleros podrán insonorizar sus locales como cuevas de Altamira, podrán cerrar sus puertas con anclajes y contar y recontar sus veladores para que no sobre ni uno, ni se escape una pata de una silla más allá del límite de sus fachadas. Pero mientras los que participan en las fiestas no sepan comportarse en la calle cuando ya está bien entrada la madrugada, no dejen de gritar o cantar o hablar a voces y sigan haciendo sus necesidades en cualquier portal, no habrá ordenanza, ni ley, ni policía local, ni nacional que ataje las molestias. Contra el exceso de ruido, educación para la convivencia. Esa es la asignatura pendiente.