Quería escribir de vergüenza, de palabras, de discursos, también de algo de postureo, de manipulación pero, en realidad, todo se reduce al ruido. El ruido de los gobernantes, el de los políticos -que, a veces, no son lo mismo ni hacen el mismo ruido-, el de las asociaciones, el de los medios de comunicación, el de los tertulianos que no tienen ni puñetera idea, el de las televisiones que solo se fijan cuando hay escándalo, el de los ciudadanos, anónimos y espontáneos, y, sobre el todo, el ruido de los usuarios y afectados. Ahora mismo, yo no sabría señalar al culpable.

Creo que la culpa la tienen todos, la tenemos todos porque, recuérdese, también somos un poco responsables con nuestro voto o no votando. Creo que, a lo mejor, la culpa no la tiene nadie y estamos condenados, como región, a resignarnos por haber nacido y vivir en una región que no cuenta, que no influye, que no molesta, que con sus propios impuestos no podría sobrevivir y, por tanto, necesita de la solidaridad de los demás. Por lo visto, el pobre, además de serlo, tiene que parecerlo. Pero la resignación solo nos conduce al conformismo y a la miseria. Desde el 77, se han celebrado en España 13 Elecciones Generales y 9 Autonómicas, habiendo gobernado en el país, aproximadamente, 5 años UCD, 22 el PSOE y 14 el PP mientras que en Extremadura el PSOE ha gobernado 32 años y 4 el PP. Estos datos solo revelan que la culpa y la responsabilidad es de todos aunque parece que de unos más que de otros, pero ya no estamos en ese debate.

Ahora, algunos, se han instalado en otro, usando para su amplificación el postureo, la voz de indignación y las redes sociales. Realmente, yo ya me he perdido. Entre las acusaciones de unos contra otros, el sacar pecho cuando los míos no gobiernan y cambiar la estrategia cuando son los que mandan y enredarnos en el discurso del cabreo, ya no sé si lo que queremos o pedimos es lo mismo, si lo que nos han prometido o va a venir es un AVE o un tren rápido y si eso será o no un tren digno pero, el caso, es que seguimos como estamos, como estábamos, porque solo hacemos ruido de distracción y no de revolución. Por ejemplo: ¿Por qué, a partir de ahora, no se unen todos los diputados extremeños para vetar cualquier ley que se proponga en el Congreso? Demostremos que no defendemos siglas ni ideologías sino la dignidad de todo un pueblo.