El año 2012, cuando iban caracterizados como Pitufos, no tenían abertura delantera en la parte inferior del traje, con las complicaciones que ello conlleva ante determinadas necesidades fisiológicas.

El año en que escenificaban en el López de Ayala una despedida de soltero, llevaban una tarta para la parte en la que se representaba la boda del novio. Y que la persona del grupo que fabricó la tarta no se percató de que la había construido con un tamaño que no le permitía sacarla por la puerta de la habitación en la que la había hecho. Y que, para sacarla de allí, tuvieron que trocearla por capas y luego montarla otra vez.

Paco Fernández se enamoró del Carnaval de Badajoz en el instituto, gracias a Antonio, que era, por aquel entonces, director del instituto de Alconchel, porque éste ponía a los alumnos cintas de casete con las grabaciones de las actuaciones de murgas míticas como Los Agüitas o El Nombre da Igual.