TTtoda ascensión reclama y comporta una cierta elevación de miras que, habitualmente, las personas solemos llevar puestas a ras del suelo, donde las realidades concretas insisten en atarnos a su pesada carga esclavizante. Viene lo anterior a cuento de que los asiduos lectores de EL PERIODICO EXTREMADURA estamos siendo recientemente informados de un conflicto latente surgido a raíz del previsto arrasamiento y destrucción del jardín-parque denominado de la Ascensión, ubicado en la margen derecha del río Guadiana a su paso por Badajoz capital, dentro de los terrenos cuyos antiguos propietarios eran miembros de una rica familia cargada de títulos nobiliarios. Dicha finca se hallaba en el entonces extrarradio urbano, alejada por tanto del núcleo poblacional que estaba recluido intramuros del recinto abaluartado, si bien al día de hoy se sitúa a la altura aproximada frente al hospital Infanta Cristina y campus universitario. Pues bien, las --digamos-- partes que dirimen pacífica y ordenadamente sus razones son tres: ayuntamiento de la ciudad; una conocida promotora inmobiliaria de raíz extremeña, además de la firma comercial de una empresa alemana de productos de alimentación, y, finalmente, los miembros de una compacta, decidida y voluntariosa plataforma con base en la sociedad civil badajocense, que aglutina y representa a varios miles de ciudadanos.

Como resulta lógico y legítimo, cada una de tales partes argumenta en defensa de los intereses y/o puntos de vista que sostienen. Hasta aquí todo parece normal y hasta razonable. Porque es cierto que el Ayuntamiento cuenta con un planeamiento urbanístico reglamentariamente aprobado para dicha área urbanística. Es cierto también que la promotora inmobiliaria adquirió esos terrenos y le fue aprobada la construcción de más de mil viviendas, al igual que ocurrió con la superficie adquirida para instalar la cadena alimentaria alemana- Mas también es cierto que la Plataforma, aún reconociendo su inhibición durante la fase de presentación de alegaciones al respecto en el proyectado PGM, ha logrado sensibilizar y concienciar a muchos millares de pacenses que ignoraban el alto valor histórico y patrimonial de ese jardín y parque de la Ascensión, creado muy a comienzos del siglo XX en estilo tardo-romántico, cuya belleza paisajística y ornamental permanece oculta debajo de innumerables capas de abandono, descuido, indiferencia y olvido.

A pesar de las enunciadas realidades concretas, aparentemente en cierto modo contrapuestas, lo más favorable del caso quizá sea que, a nuestro modesto juicio, aún se está a tiempo de rectificar, y rectificar a tiempo siempre constituyó un sabio proceder, sin perjudicar a ninguna de las partes, logrando entre todos que salga beneficiada quien más lo merece y necesita: la ciudad y los ciudadanos de Badajoz. Véase cómo. Con solo variar en el plano la situación de alguna de las torres y viviendas autorizadas, siempre con absoluto respeto a las alturas ya aprobadas, y a su vez efectuando un desplazamiento axial debidamente autorizado de la gran superficie alimentaria alemana, quedaría exento y tal cual está el jardín de la Ascensión, con más de un siglo de antigüedad, para inmediato disfrute de la futura urbanización y del público badajocense.

¿Qué se necesita para que la anterior propuesta sea factible en un breve periodo de tiempo? A mi juicio tres valiosas capacidades: diálogo, mucho diálogo, toneladas de diálogo; en segundo lugar, firme voluntad, y en tercero, altura de miras. Júzguese si merece o no la pena llevar a cabo semejante esfuerzo de mutua aproximación y entendimiento. De modo que, señores representantes democráticos de la corporación municipal; dinámicos e importantes empresarios del sector inmobiliario y comercial; ejemplares ciudadanos promotores de iniciativas en pro del mejor Badajoz posible del siglo XXI y venideros: reúnanse ustedes cuanto sea preciso para hablar, salvar obstáculos y tomar sabias y prudentes decisiones que permitan salvaguardar los testimonios aún vivos del pasado histórico de nuestra ciudad tan pertinazmente maltratada e ignorada. Todos somos ladrillos potenciales y fértil argamasa en la construcción de su próspero porvenir. Tengamos, pues, y pongamos sobre la mesa de la acción negociadora, la altura de miras que reclama la honrosa tarea de salvar de la destrucción el valioso y todavía hermoso jardín de la Ascensión.