"Se acuerda del perro después de cinco años y solo lo quiere para hacerme daño". Así se expresó ayer Roberto González, copropietario del Laude tras la sentencia del Juzgado de Primera Instancia número 2 de Badajoz, que ordenó la tenencia compartida del animal por periodos alternativos de seis meses, al considerar que Roberto y Francisca Barrios fueron una pareja de hecho, ahora separada, algo que él niega.

González, emeritense de 37 años y residente en Badajoz, donde regenta la academia Cum Laude, cuenta a este diario su versión sobre el litigio por la tenencia el animal y manifiesta su "malestar por la forma en que se ha dado a conocer la sentencia, pues a día de hoy no se nos ha notificado oficialmente y ya está en la prensa", dijo, en referencia al fallo de la demanda referida a Laude, un perro mestizo de color canela, que tiene 10 años.

Abandonado en Mérida

El perro, explica Roberto, lo encontró un alumno abandonado en la academia que tiene eN Mérida, "pensó que alguien lo habría dejado olvidado, entonces se llamó a la policía local para ver si alguien había denunciado la pérdida y a la perrera para entregarlo. Esta notificó que lo sacrificaría en una semana y entonces el chico que lo encontró me lo ofreció y acepté quedarme con él". Tenía dos meses "y lo guardé en una caja de folios", explica.

En aquel momento "yo compartía piso en Badajoz con Francisca Barrios y más personas. Esa persona tenía fobia a los animales; le pregunté si se podía quedar en el piso y me respondió que si lo hacía, lo envenenaría, por lo que siempre se quedó en la academia que tengo en Badajoz. Y de hecho sigue estando allí, donde es un miembro más y participa de la promoción publicitaria de la academia".

Desde entonces lleva pasando revisión por la consulta veterinaria de San Roque, desde el 2001 hasta el 2009, indica, "con todas sus vacunas e informes, además de tener su cartilla y su chip a mi nombre. Ella presenta una cartilla del 2005, no del 2001, y no presenta ninguna vacunación en esos cuatro años".

Función terapéutica

Roberto asegura que "nunca me he negado a compartir mi perro con cualquier persona, ya que es un animal que está en la academia y tiene contacto con él todo el mundo, pero a lo que me niego es a hacerlo con alguien que durante cinco años no ha tenido contacto directo y temo que quiera hacerme daño a mí a través del perro".

Así, explica que "ella toma contacto con el perro en la academia, y le sirve como terapia a su fobia, pues trabajaba para mí y no podía evitar que Laude estuviera en mi despacho. Así es así como toma contacto con él, como todos los demás que trabajaban allí y como el resto de alumnos". Laude sigue en la academia con Roberto González, quien afirma que "cuando yo dejo de compartir piso con esa persona, el perro ya está conmigo también en casa, y si viajo, viaja conmigo".

Según su versión de este proceso que ha llegado al juzgado, "todo esto viene porque yo la despido de la academia, cuando declara en el 2005 que ha mantenido una relación conmigo", pues él asegura que la relación que han tenido es de haber "compartido piso, solamente, pues nunca he vivido solo con ella. Entonces reclama solo bienes económicos, y cuando termina con eso, la única forma de hacerme daño es seguir con la reclamación del perro".

El abogado de Roberto, Miguel Angel Hernández, valora la sentencia como una "decisión salomónica, pues ya lo dice el propio juez, que al no poderse dividir el animal, procede a dividir los tiempos de estancia con cada uno". Ya anunció el día anterior que la recurrirá.