«Se ha pasado página porque no queda más remedio que seguir adelante, pero no olvidamos». Esa es la reflexión que hace Isidra Méndez, presidenta de la Asociación de Vecinos del Cerro de Reyes en 1997, cargo que aún mantiene, cuando se cumplen 20 años de la riada. No puede evitar que su cabeza se llene de las «impresionantes» imágenes que tuvo que contemplar durante la madrugada del 6 de noviembre y los días siguientes. «Todo era agua y barro», recuerda. Muchos de sus vecinos perecieron en la tragedia y cientos de familias se quedaron sin nada en unas pocas horas. «Se te ponía el bello de punta cuando ibas viendo casa por casa lo que había sucedido».

«Aún hay miedo cuando llueve», asegura. Tras la tragedia, durante años, según cuenta, hubo «psicosis» y cada vez que llovía los vecinos no podían evitar el temor de que se volviera a repetir. Una vez que la Confederación Hidrográfica del Guadiana (CHG) concluyó las obras en los arroyos para prevenir las avenidas de agua, la inquietud de los vecinos disminuyó, pero no ha desaparecido del todo, afirma la presidenta vecinal. En este sentido, advierte de que aún existe el «tapón» que provocó un desguace o un inmueble que era una tienda de muebles, «que sigue estando en el cauce», señaló.

Si Isidra Méndez recuerda con dolor lo que vivieron en el Cerro de Reyes a causa de la riada, tampoco olvida la abrumadora solidaridad que despertó esta tragedia en Extremadura, el resto de España e incluso en el extranjero. «Hay gente que todavía nos escribe desde Alemania para saber cómo estamos», cuenta. La ayuda llegó de todos lados. «Una familia del País Vasco, un matrimonio y sus dos hijos, viajó expresamente para traer dinero, ropa y juguetes. Nos dieron 160.000 pesetas. No querían ingresarlas en ningún banco y prefirieron dárnolas en persona», relata la presidenta vecinal. Como esta, mil historias. La de un pueblo extremeño cuyos vecinos vinieron con furgonetas cargadas de productos de limpieza y alimentos. Los cinco millones de pesetas que donó una empresa de transporte y que representantes de la asociación fueron a recoger a Madrid. O el centro comercial que envió un camión entero de ropa interior para niños y adultos.

Méndez reconoció también la labor de las administraciones como el ayuntamiento y la Junta tras la riada y valoró el papel que jugó el colectivo vecinal, que sirvió de canalizador para prestar asistencia a las familias que más lo necesitaban.Quedan cosas pendientes. Hay cicatrices que no se ven y otras, como las ruinas de las casas que se vieron afectadas, que aún hoy, dos décadas después persisten. «Quedan 20 o 21 viviendas sin derribar, pero no es culpa de las administraciones», asegura Méndez, quien cree que ya es hora de que sus propietarios cedan en sus pretensiones para que el paisaje del Cerro de Reyes deje mostrar la huella de la tragedia.

Hoy, a las 12.00, habrá un acto en recuerdo a la víctimas de la riada en el parque de la Legión y, a las 19.30 horas, una misa en su memoria en la parroquia de Jesús Obrero.