Imaginen que con 17 años encuentran trabajo en una oficina. Imaginen que unos compañeros les animan a ir a comer a un local donde hay música en directo. Y, ya puestos, imaginen que en ese antro subterráneo actúan cuatro chavales llamados The Beatles. La escena ocurrió exactamente así, en Liverpool, en 1961, y cambió para siempre la vida de la adolescente Freda Kelly, que convertiría esa casual escapada de mediodía en su hábito diario durante meses y meses.

"Llegué a verlos actuar 190 veces", calcula Freda. La joven simpatizó tanto con los componentes del grupo que un día su futuro mánager, Brian Epstein, le hizo una propuesta: convertirse en su secretaria y dirigir el club de fans de los Beatles. Ese sería su empleo durante los siguientes 11 años, hasta que el grupo se escindió. Hoy Freda Kelly es abuela y sigue ejerciendo de secretaria, pero tras 40 años en el anonimato ha accedido a relatar sus vivencias junto a los Beatles en el documental Good ol' Freda .

Sí, Freda Kelly estuvo más cerca de los Beatles que cualquier adolescente de aquella época. Y, sí, fue la secretaria más envidiada de la década. Pero si en los años 60, cuando los periodistas la entrevistaban para obtener información, no traicionó su condición de empleada leal, tampoco rompe silencios importantes en esta cinta. Sus revelaciones son del tipo: Ringo me preguntaba siempre por mis perros, a los padres de George les gustaba mucho la fama, Paul me llevó en coche a casa muchas veces o John me salvó de una bronca de Brian Epstein.

Si algo constata Good ol' Freda es lo mucho que se puede escarbar para poder explicar algo más de los Beatles. Cuatro décadas después de su disolución, decenas de películas después y cientos de libros, este documental es útil, si acaso, para abordar la beatlemanía y el fenómeno fan desde una perspectiva más empática. "Nadie se tomaba en serio a esas chicas. Yo lo hice: yo era una de ellas", confiesa con orgullo la señora Kelly.

La sensibilidad de Freda con las fans también fue importante para consolidar la beatlemanía . Ella se encargaba de que los Beatles autografiaran cientos y cientos de fotografías. Y ella redactaba también los boletines informativos del club de fans. Sus esfuerzos llegaban a límites delirantes. Un día una fan le envió una almohada para que Ringo durmiese sobre ella una noche y Freda se las apañó para cumplir tamaño deseo. ¿Cómo? Pidió a la madre de Ringo que se la pusiera en la cama y le confirmase que la usaba.

"¿Qué significa para ti la beatlemania ?", le preguntó un reportero en tan agitados años. Freda, sin dudarlo, respondió: "No dormir". Tres años después de dejar de trabajar para los Beatles, aún respondía cartas a sus desconsolados fans.

Un mundo de hombres

El documental también muestra cómo el supuestamente revolucionario universo Beatles calcó los esquemas machistas del mundo laboral de la época. "Yo era secretaria de Brian Epstein, pero no había mucho margen para el ascenso. Tenías que quedarte en ese puesto", explica Kelly. A veces, hasta estar en su puesto era difícil. Si iba a conciertos u hoteles donde estaban los Beatles debía llamar por teléfono para que salieran a buscarla. La policía no la dejaba entrar. El negocio pop era algo tan masculino que, a ojos de la ley, una chica solo podía ser una fan loca.

Good ol' Freda se proyecta hoy en Barcelona en un único pase que organiza el festival In-Edit en la sala Aribau Club. Se trata de una sesión extraordinaria que se completa con otros dos documentales de riguroso estreno en España: Jimi Hendrix: Hear my train a comin y The Stone Roses: Made of stone .