La feria de Badajoz toca a su fin. Y aunque habrá tiempo para hacer balances más exhaustivos, con sus cifras y datos, creo que se puede asegurar sin temor a equivocarse que la feria de Badajoz goza de muy buena salud.

Sólo había que darse una vuelta estos días por los lugares más emblemáticos de Badajoz durante la feria, para ver como grupos de amigos, familias o compañeros de trabajo han seguido manteniendo la tradición de quedar para comer, para ir a los toros, para tomar unas copas, para ir al ferial o para todo a la vez, que seguro que también los habrá habido.

Y es que a pesar del calor apabullante que siempre padecemos en Badajoz la última semana de junio, a pesar de las dificultades económicas que casi todos estamos sufriendo; la feria de Badajoz se ha consolidado ya como uno de los momentos festivos más esperados del año y una de las ferias de referencia para toda la provincia, sobre todo durante las jornadas taurinas.

Y cuál es el secreto de la feria de Badajoz, me preguntaba estos días un periodista de otra ciudad. ¡Parece que allí no hubiera crisis!, me espetó con cierto atisbo de recelo.

Pues claro que hay crisis. Probablemente la mayoría de los pacenses hayan recortado su presupuesto para esta feria. Y no me cabe duda de que otros muchos se habrán tenido que quedar en casa. Incluso el Ayuntamiento habrá tenido que hacer juegos de magia para mantener el mismo presupuesto.

Al igual que el Teatro López de Ayala que de nuevo ha ofrecido una excelente programación. O todos aquellos que han arriesgado en su negocio para participar en la Feria.

Pero el éxito de la Feria de Badajoz no depende sólo de un mayor o menor gasto de instituciones, empresas o vecinos; el secreto hay que buscarlo en la gente.

En el buen ambiente que trasmite la gente de esta ciudad siempre dispuesta a vestir sus mejores galas para salir a la calle y olvidarse un poquito de todo, aunque sólo sea por unos días, y disfrutar de sus fiestas.