La sección primera de la Audiencia Provincial de Badajoz condenó ayer en una sentencia de conformidad a penas que oscilan entre 1 y 7 años de prisión a los miembros de una organización familiar marroquí que se dedicaba a traer inmigrantes desde Marruecos a Badajoz, facilitándoles documentación falsa para hacerles pasar por saharauis, consiguiendo así el permiso de residencia al que estos ciudadanos tienen derecho por haber nacido en la antigua colonia española. A cambio les cobraban entre 5.000 y 6.000 euros, por lo que se cree que llegaron a conseguir más de un millón de euros.

El juez rebajó ayer las penas a todos los integrantes del grupo y absolvió a uno de ellos, Ahmed Ebouh, cuñado de Said Kher, el cabecilla principal del clan. Este es un hombre de 38 años, conocido también como El Mehdi, que ha sido condenado a 7 años de prisión, aunque el fiscal solicitaba inicialmente 11 años, tres por un delito de falsificación y ocho por favorecer la inmigración clandestina y traficar con inmigrantes.

Said Kher ha sido considerado el autor material de los hechos, mientras que Boubakdar Bouloane, mano derecha del primero, fue el cooperador necesario para el tráfico ilegal de inmigrantes, por lo que le han condenado a 4 años. Ambos se encontraban en prisión desde marzo de 2006, fecha en la que fueron detenidos, pero el resto de los imputados se encontraban en libertad provisional, a la espera del juicio.

La pena para Fatma Kher, hermana de Said, es de 1 año y 10 meses, mientras que su esposa, Malika Annili, ha sido condenada a 2 años, al igual que otras dos personas, Ahmed Babecine y Keira, ambos con nacionalidad española, que regentaban negocios en la avenida Carolina Coronado. Todos ellos han sido, según la Sala, cómplices, y las condenas no podrán ser sustituidas por la expulsión a su país de origen, a petición del fiscal.

VARIOS PISOS La organización, no sólo falsificaba los documentos sino que facilitaba a los inmigrantes el empadronamiento en Badajoz, uno de los papeles necesarios para conseguir el permiso de residencia, para lo que disponían de varias viviendas en la ciudad, en las que empadronaban a los marroquís.

En la captación de inmigrantes, disponibilidad de cuentas bancarias y en el transporte, colaboraban los miembros de la familia de Said Kher, así como otros de los marroquís condenados que regentaban negocios. Les intervinieron todos los móviles, los vehículos y el material incautado, aunque no se pudo requisar el dinero conseguido por esta actividad ilegal.