Hay gente en Badajoz que parece descender directamente del mismísimo Ibn Marwan. Algunos, por cómo hablan, por cómo defienden y por cómo actúan, dan la sensación de ser herederos directos de quienes habitaron estos páramos, si los hubiera, antes de la llegada del mismísimo fundador. Es tal su condición de pacenses o badajocenses de pura cepa que a veces se vienen tan arriba que solo su percepción es la correcta. Luego descubres que son de Badajoz, como mucho, como tantos, como yo, de primera o segunda generación. Porque Badajoz también es eso: la riqueza sociológica y cultural de cuantos vinieron de otros lugares -el propio Marwan- y aportaron sus costumbres, sus recuerdos, sus vivencias, sus estilos de vida y se mezclaron con los de aquí hasta el punto de aportar lo más importante: sus familias, sus descendencias, sus trabajos y sus ideas. Y así hemos ido construyendo Badajoz: con gente que venía de los pueblos de la provincia en busca de trabajo, de mejores condiciones de vida, acompañando a sus hijos que aquí estudiaban, por destino profesional, de regreso a la querencia tras una corta o larga estancia lejos o cerca, dura o a medias, fructífera o incierta. Con gente que llegaba del otro lado de la Raya o de otros lugares de España. Un Badajoz multicultural donde cada cual se instalaba, se acoplaba, se adaptaba y se abría camino. A veces me pregunto qué es ser de Badajoz o quién es más de Badajoz. ¿El que ha nacido en el Casco Antiguo, en Pardaleras, en la Estación o en Suerte de Saavedra? ¿El que sabe quiénes son los machas, qué era la Metalúrgica, dónde está El Progreso o ha probado los mexicanos de La Cubana? ¿El que vive en Santa Marina, en Gévora o Villafranco, en el Cerro de Reyes o en La Paz? ¿El que sabe qué es La Adelantada, el Rincón de Caya o el que se bañó en Conde o la Florida o en el propio Guadiana, el que compró alguna vez en Alba, Texas o La Argentina o el que conoció Las tres campanas? Badajoz es la consecuencia de cuantos eligieron esta ciudad para quedarse o para empezar, por encima de discursos o títulos, junto a tantos que amanecen siempre en este oeste que a todos nos pertenece. Aunque haya quienes no sepan cuál es la tienda del chiste que, por cierto, con mucha pena, de nuevo cierra o se traspasa.